La crisis por el calentamiento global está generando tensiones a nivel mundial que tienen grandes repercusiones económicas; mientras los gobiernos no logren consensos para establecer soluciones reales seguiremos ad portas de desastres ambientales. ¿Crisis climática o crisis de cultura? Las acciones del hombre para satisfacer sus necesidades y por la generación de ingresos, sin importar las consecuencias conllevan a la destrucción de ecosistemas y de las especies que los habitan. Economía extractiva que poco a poco acabará con el medio ambiente.
Debe ser causa común el cuidado del planeta y emprender acciones que tengan resultados visibles, palpables. Fenómenos como el aumento de la temperatura, sequias y el derretimiento de glaciares son señales que indican no se puede perder tiempo para actuar. Urge cambiar hábitos, promover y adaptarnos a nuevos modelos y patrones culturales que sean amigables con los entornos y con el medio ambiente. No es paralizar el desarrollo, es volverlo responsable; revertir tendencias negativas en el uso de los recursos naturales.
Esfuerzos para frenar el cambio climático se convierten en desafíos que las sociedades no pueden evadir. ¿Qué están haciendo los gobiernos? Los planes de acción que se trataron en la Conferencia de las Naciones Unidas COP26, celebrada en el año 2021 buscan compromisos para mantener por debajo de 2 grados centígrados el calentamiento e ir reduciendo las emisiones de carbono hasta volverlas cero en el año 2050. Políticas públicas tienen que concretarse para evitar mayor deterioro.
¿Pueden las empresas contribuir para combatir el cambio climático? Sí, las organizaciones empresariales adquieren compromisos legales y sociales desde el inicio de sus operaciones, estos no solo se circunscriben a manuales de responsabilidad social empresarial, van mucho más allá. En la actualidad para la evaluación de inversiones se están teniendo en cuenta criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo denominados ESG en Europa y EE.UU., relevantes para todas las partes interesadas al momento de medir resultados.
En Colombia con la expedición de la Ley 1901 de 2018 y el decreto 2046 de 2019 se crean, desarrollan y reglamentan las sociedades comerciales de Beneficio e Interés Colectivo —BIC—, condición a la que puede acogerse cualquier organización empresarial; representando avances en materia de normatividad vigente con enfoque ambiental dentro de sus propósitos y objeto social.
La transición a energías limpias es un paso adelante en el camino hacia la descarbonización. Proceso que implica minimizar la dependencia en combustibles fósiles, previendo las consecuencias que traerá consigo dejar de explorar y producir hidrocarburos en la economía. Cambiar el rumbo implica sostenibilidad industrial adaptándose a nuevos escenarios con transformación ambiental y social.