SANTA MARTA RUMBO A LOS 500 AÑOS
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A los líos de las altas tarifas de la energía eléctrica y el alza inmoderada de las mismas y la incapacidad del gobierno para dar respuesta al clamor de los usuarios para contenerla, al estrés al que está sometido el Sistema eléctrico del país debido al atraso y al abandono de importantes proyectos tanto de generación como de transmisión, se viene a añadir ahora el amago de un eventual racionamiento y/o limitación de suministro por un inminente apagón financiero de las empresas prestadoras del servicio de energía.
“El Hormiguero” es desde hace ya muchísimos años el programa más visto de la televisión española sin discusión alguna. Con una media de espectadores que cada noche supera los dos millones, y que en sus mejores programas ha llegado a rozar los cinco, han encontrado la fórmula secreta, con entrevistas a invitados de muchos quilates, un atractivo número de ciencia que cierra la emisión y la divertida participación de dos hormigas títere, para convertirse en el mayor escaparate publicitario de todo el país. Sabiéndose poseedor de aquel poder mediático, la semana pasada “El Hormiguero” sorprendió al país al anunciar su próximo reto para la nueva temporada que acaba de empezar: salvar el cine.
Rendirse tampoco es una opción. Por ello, quiero hoy unir mi voz a los sin voz, poner el oído en la buena sintonía y en la buena orientación a la hora de caminar, para proclamar por todos los horizontes, que la violencia es inaceptable como solución a los problemas. Existen medios no violentos para resolver conflictos, como pueden ser el diálogo, la mediación o el mismo arbitraje.
Acostumbrada a interrogar, Kamala Harris no se vio confortable, y mucho menos suficiente, en su condición de interrogada. Tal vez eso se deba a que la entrevista que concedió a CNN estuvo rodeada de un clima de expectación desmedida, por el hecho de que, como candidata demócrata, no había concedido ruedas de prensa. Algo que su oponente, que convoca periodistas para decirles siempre lo mismo en la sala presidencial de su mansión de Florida, rodeado de banderas y decoración estrafalaria, consideró como un grave defecto.