Quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él
En aquel tiempo, le trajeron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Reflexión: El Señor nos enseña que para recibir el Reino de Dios debemos tener un corazón de niño, es decir, un corazón humilde, confiado, sencillo y abierto al amor de Dios. Por eso, si nos acercamos con confianza y cariño al Señor, podremos experimentar el gozo de la verdadera libertad.