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A propósito del Proyecto de Ley “Inconvertibles” y las terapias de conversión.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Mario Vasquez Lapeira

Mario Vasquez Lapeira

Columna: Opinión

e-mail: mariovlapeira@hotmail.com


Las mal llamadas terapias de conversión son en mi concepto, una temática tabú en Colombia. En pleno 2023, hablar de la comunidad Lgbtiq+ es sinónimo de odio, rechazo, discriminación y, la constante normalización social de tachar a dicho colectivo de forma marginante. Tanto así que, el pasado 11 de mayo de la presente anualidad en las instalaciones del Congreso de la República, se realizó audiencia pública con el fin de llevar a primer debate el Proyecto de Ley que busca prohibir las terapias restaurativas en el territorio colombiano. Sin embargo, ¿por qué entrar a debatir una temática que a todas luces es violatoria derechos humanos?

Desde mi postura, Colombia está lejos de ser un país progresista y garantista, debido a que, constantemente se vulneran y obstaculizan derechos fundamentales. Ahora, con el aire que se respira en junio, mes del Orgullo, las miradas se centran en la colectividad Lgbtiq+ y, las campañas de marketing con el inapropiado “rainbow washing” publicitan a su favor con el ánimo de ganar consumidores de mercado, utilizando causas sociales, pero dejando de lado la importancia de las mismas. De lo anterior, se debe resaltar que los tópicos relacionados al colectivo diverso no son cosa de un mes, son cosas de siempre; por tanto, la lucha que busca prohibir los actos de tortura con la intención de “curar” a las personas Lgbtiq+ no debe ser una lucha de junio, una contienda donde se decide si legisla o no al respecto, sino más bien debe ser, a mi parecer, una exhortación tanto al Poder Legislativo como a toda la sociedad colombiana en general, en aras de que la dignificación humana, las libertades y la integridad personal sean protagonistas dentro del marco de un Estado Social de Derecho.

Las terapias restaurativas buscan corregir lo incorregible, pero para los grupos sociales conservadores y religiosos no es tanto así. Lo anterior, se evidencia en que al menos 58 congresistas apoyan dicha iniciativa, pero la postura de los demás al respecto es renuente, entonces, ¿se caerá de nuevo el intento de regulación de tales prácticas, así como pasó con la iniciativa que presentó el ex congresista Mauricio Toro en el periodo pasado? Cabe resaltar que, en Latinoamérica, específicamente en países como Ecuador, Chile, Brasil, e incluso México en algunos Estados, prohíben las terapias de conversión porque son violatorias a los derechos inherentes a las personas, pero desde mi percepción con miras al caso colombiano, más allá de la eventual transgresión derivada de la evaluación de los derechos consagrados en tratados, convenios internacionales y hasta en la Carta Magna, se debe ponderar un derecho que no se encuentra positivizado en ningún texto normativo, y es el derecho a ser feliz.