Por: Aciprensa.
Eduardo López, vigilante de seguridad, compró hace casi un año un Cristo que encontró en un mercadillo. Movido por la fe, decidió comprarlo y se dispuso a buscar una cruz para colocar la figura. Rastreando en páginas de internet se fijó en una que, por sus dimensiones, le encajaba. Pagó por ella 22 euros, según detalla el portal informativo de la Conferencia Episcopal Española, Ecclesia.
La cruz tiene una base con un pequeño cajón atornillado. En su interior, Eduardo encontró un papel fechado el 28 de enero de 1924 firmado por un clérigo Henry Gayet, vicario general de la Archidiócesis de Rennes (Francia), siendo arzobispo el Cardenal Alexis-Armand Charots.
Eduardo López, vigilante de seguridad, compró hace casi un año un Cristo que encontró en un mercadillo. Movido por la fe, decidió comprarlo y se dispuso a buscar una cruz para colocar la figura. Rastreando en páginas de internet se fijó en una que, por sus dimensiones, le encajaba. Pagó por ella 22 euros, según detalla el portal informativo de la Conferencia Episcopal Española, Ecclesia.
La cruz tiene una base con un pequeño cajón atornillado. En su interior, Eduardo encontró un papel fechado el 28 de enero de 1924 firmado por un clérigo Henry Gayet, vicario general de la Archidiócesis de Rennes (Francia), siendo arzobispo el Cardenal Alexis-Armand Charots.
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Aunque ha recibido ofertas de cuantiosa envergadura para la venta, Eduardo se ha negado a vender la reliquia: “Como cristiano tengo que cumplir el mandato de que esté en un lugar de culto, y no hay dinero ni razón que me pueda hacer cambiar de idea, y segundo porque a Jesucristo ya lo vendieron”, recoge Ecclesia.
En España se conservan varios fragmentos de la Cruz de Cristo, de los cuales, el más importante es el que se venera en el monasterio de Santo Toribio de Liébana, que es considerado el de mayor tamaño en el mundo.
