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Canje deuda externa por acción climática

Columnas de Opinión
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Los canjes de deuda por acción en favor del ambiente ya se han hecho desde los años 80. El texto “Con una ayudita de mis amigos: renegociación de deuda y cambio climático” elaborado por un grupo de investigadores de las universidades de Los Andes y del Rosario, recuerda que una primera propuesta fue la de Thomas Lovejoy, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), y una primera experiencia se registró en Bolivia en 1987 con una deuda con Citicorp por US$650.000”. Posteriormente ha habido otras operaciones, pero, en general, se trata de montos relativamente pequeños y los logros en materia ambiental no han sido tan significativos, señala la periodista Cristina Estrada Rudas.

El papa Francisco en su mensaje “Urbi er orbi” del 20 de abril del 2020 pidió “que “considerando las circunstancias, se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten –por parte de todos los Países– las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”.

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, abogó en septiembre del 2021, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, por crear un marco global para reestructuraciones de deudas soberanas y por establecer mecanismos de canje de "deuda por clima". Y ahora recientemente países de todo el mundo incluyendo el nuestro, mencionaron el tema en la cumbre climática de Glasgow en noviembre del 2021, y este mes de nuevo volvió a relucir el tema en el primer discurso, como presidente de la República, de Gustavo Petro.

El presidente argentino puntualizó que los países de Latinoamérica y el Caribe destinan el 57 % de sus exportaciones al pago de servicios de la deuda y afirmó que Argentina ha sido "sometida" a un deudicidio "tóxico e irresponsable" que clama al mundo financiero.

Similar situación vive nuestra nación, pues la deuda neta del Gobierno Nacional Central crece de forma alarmante: se ubicó en el año 2021 en 711 billones (60,8% del PIB), muy por encima de la alcanzada en el año 2020 (48,4% del PIB) y en el año 2011 (34,34% del PIB), según lo establece el diagnóstico de la reciente reforma tributaria presentada por el actual gobierno.

De esos 711 billones, 292 billones corresponden a endeudamiento externo y 419 billones a deuda interna; y sumado a lo anterior el servicio de la deuda, al cual asciende a 74 billones (cerca del 6,3% del PIB), de los cuales 33 billones corresponden a pago de intereses y comisiones y los 41 billones restantes a amortización de la deuda.

Así las cosas, representaría un gran alivio para los países en desarrollo, como el nuestro, y trascendental beneficio para el planeta, canjear las impagables deudas por servicios ambientales, incorporando, en el caso de Colombia, parte de las enormes extensiones de las denominadas Áreas No Municipalizadas-ANM, al programa de pago por servicios ambientales, por la regulación climática y protección de la biodiversidad que prestarían los ecosistemas naturales alojados en estos territorios.  

Sin embargo, hay que estar muy atentos a que este canje de deuda por acción climática no derive hacia la segunda interpretación posible de esta propuesta, vislumbrada por Andrés Nápoli, integrante de la Fundación Argentina Ambiente y Recursos Natrales: ¿se trata de un canje para que los países adopten medidas de protección de su naturaleza o para habilitar el acceso de grandes multinacionales a los territorios de los países endeudados?