Escrito por:
Oscar Pérez Palomino
Columna: Opinión
e-mail: oscaralejandroperezpalomino@gmail.com
twitter: @OalejandroPP
El paradigma de “la persona completa”, conforme a lo establecido por Stephen Covey, en su libro el 8° Hábito, consiste en desarrollar equilibradamente las cuatro dimensiones constitutivas del ser humano: Cuerpo, Mente, Corazón y Espíritu. Siendo el cuerpo el instrumento de la mente, el corazón y el espíritu.
Si logramos incorporar este paradigma de “la persona completa” en nuestros propósitos de vida, estaremos, no solo garantizando en el largo plazo el bienestar individual y colectivo, sino que nos convertiremos en agentes de cambio que no perpetuamos el modelo imperante.
La fuerza creativa o manifestación más elevada para el desarrollo y cuidado del “Cuerpo” es la “disciplina” y la programación de la cultura para su descuido y uso es la “extravagancia”; la fuerza creativa para el desarrollo y cuidado de la “Mente” es tener una “misión” y la programación de la cultura para su descuido y justificación es el “victimismo”.
Por su parte, la manifestación más elevada para el desarrollo y cuidado del “Corazón” es la “pasión” y la programación de la cultura para su descuido y uso es el “espejo social”; y la fuerza creativa para el desarrollo y cuidado del “Espíritu” es tomar decisiones a “conciencia” y el software cultural para su descuido y justificación es el “ego”.
Ego, espejo social, victimismo, y extravagancia configuran el paradigma de la persona fragmentada o de la mediocridad; y la conciencia, pasión, misión y disciplina determinan la grandeza o paradigma de la persona completa que hay que desarrollar.
Y sin duda, como nuestra cultura contemporánea facilista, con tendencia excesiva al placer, a la apariencia, al consumismo, a la ostentación, al individualismo, a la arrogancia y a la soberbia humana arrastra al sujeto por el camino trillado de la mediocridad, cuya expresión inequívoca es la crisis ecosocial que afronta el planeta, por ello es preciso plantear el paradigma de la persona completa con el propósito de mostrar la monumental tarea y las posibilidades de reconstrucción personal y colectiva que están a nuestro alcance… vale decir, una receta para perezosos, tal como lo dice sarcásticamente, el Dr. Luis Carlos Restrepo: “intenta cambiar lo que abarques con tu brazo extendido…con eso es suficiente”.