Omar Geles, un hombre que murió con las luces encendidas

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


El pueblo costeño, Colombia y el mundo, siempre generoso y gentil, en su habitual magnanimidad y gallardía, ha exhibido con exquisito refinamiento, su acostumbrado rigor de realizar homenaje a los grandes folcloristas de la región.

Hoy lamentablemente le ha tocado perder a un gran juglar que exhibió sus canciones por todo el continente.

Es Valledupar la región ejemplar y magnifica que, superándose a sí misma en gentileza relieve el homenaje de gratitud tributado a uno de sus hombres excelso.

Omar Geles, un hombre millonario en gratitudes, un potentado en espíritu, un hombre que sembró con su grandeza con sus canciones, un hombre que dejó sus semillas fecunda para el porvenir de los cantos vallenatos. En sus 57 años de vida vivió en intima comunicación con los que amaban y escuchaba su música regional. Su larga pericia en las composiciones le permitía bucear y raptar las letras y palabras para cultivar,  conquistar y deleitar a alegría de la nación.

Su vivir cotidiano fue un claustro vivo; que parecía un árbol agobiado de frutos sazonados, un manantial donde brotaban inspiraciones admirables que no ha dejado deudor de su vocación trovadora.

Es ciertamente deplorable que aquella suma de cantos que escuchamos como himnos, que aquel prestigio evidente, que aquel papado de espíritu que emanó de su alma se nos fuera sin que pudiéramos sin que nos dejara la manera de heredarlo.

A sus 57 años de vida, aún retumban en nuestros oídos las amables frases, con que enamorabas, cantado paseos, merengues y sones. Desgraciadamente esa voz cantor indigne se apagó en horas menos propicias, su muerte no es el ocaso de un astro que se oculta hoy para reaparecer mañana, es el verdadero hundimiento de miles canciones que tal vez hasta el hundimiento del astro.

Del árbol frondoso que emana canciones vallenatas se ha cortado hoy el racimo más cargado de músicas. Omar Geles, siempre fue alegre, jamás conoció el dolor, nació y vivió feliz, no tuvo otra misión que reflejar canciones, tan alegre fue que nunca pensamos verle morir, Dios diluyó su vida muy temprano y nos dejó los parpados cagados de melódicos sueños. ¡Ahora cuándo podemos despertarlos!

Nos toca despedir un gran hombre, un gran compositor, un gran folclorista, por su cordialidad, por su generosidad, por su inagotable cortesía, por su prosperidad en el canto, por la luz de aquella inteligencia, que nunca se apagó en la improvisación de los cantos y por su grandeza, hasta el mismo Dios ha de sonreír cuando lo vea embarcado en el umbral de la difícil puerta de cielo.  

Quiero finalizar estos renglones, plagiando a un célebre colombiano, que una vez dijo:

“Si el reconocimiento es la memoria del corazón, el mío nunca se olvidará de vosotros”

Plagiando esta frase, es lógico que el pueblo de Colombia, jamás olvide a un ser como lo fue Omar Geles. 

 Si el reconocimiento es la memoria del corazón, el mio nunca se olvidará de nosotros

Vuestro elogio es la mejor de mis coronas: nuestros aplausos mi mejor presea