Cooperación internacional para nuestras víctimas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Galán Pachón

Juan Galán Pachón

Columna: Opinión

e-mail: prensa@juanmanuelgalan.com

La comunidad internacional ha jugado un papel importante en el establecimiento de los diálogos entre las partes en conflicto. Ahora, es necesario volver la mirada de los países amigos a las víctimas.

 

Indudablemente el apoyo de la cooperación internacional a la política de asistencia y reparación integral a las víctimas, es pieza clave para el proceso de construcción de una paz sostenible e inclusiva; por eso el Congreso de la República celebró  el  "Primer foro de Cooperación para la reparación a las víctimas en el marco de la construcción de Paz".

Este espacio, promovió el reconocimiento de la cooperación internacional como actor-fuente de conocimiento, experticia y recursos para el país. También resaltó al Gobierno Nacional como ejecutor de esa experiencia y socio encargado de orientar los esfuerzos hacia las prioridades nacionales; y del Congreso de la República, como actor garante de que esos roles se traduzcan en la materialización de la paz territorial.

La coyuntura que rodea nuestro proceso de paz, lo hace particular: Mientras se suceden las conversaciones, el conflicto armado subsiste generando un aumento en la población víctima.

Además, persisten brechas territoriales y poblacionales en desarrollo.  La institucionalidad local y departamental es frágil para asumir los retos que trae el posconflicto.

Por todas estas razones, el Congreso de la República, a través de la  Comisión de Seguimiento a Ley de Víctimas, decidió supervisar la aplicación de esta Ley, con el fin de contribuir para que las acciones del Gobierno y los entes cooperantes, respondan de manera efectiva al reconocimiento de los derechos de las víctimas.

Creemos que debe existir una  sincronía real entre el Estado y los cooperantes internacionales. Se deben mejorar los niveles de articulación y coordinación temática y operativa entre entidades nacionales y locales, y que el Congreso de la República, dentro de su nuevo rol de paz, promueva escenarios de diálogo y articulación en el territorio, para facilitar la llegada de la oferta pública a las zonas de más difícil acceso en el país.

El caso de Colombia es particular. No hay camino andado. Por eso, es necesario construir ese camino en conjunto con los cooperantes, aprovechar sus experiencias, alineándolas con las expectativas nacionales y  asegurar la voz de los débiles en este proceso: las víctimas.