Su fallecimiento causó gran conmoción en la ciudad

Fallecimientos
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Hernán Mejía Botero, un hombre íntegro.

Carta escrita por su buen amigo Fabriciano Alberto Escobar.

Nació en Bogotá a mediados de la década de los años 40 del siglo XX, hijo de emigrantes antioqueños, Abel Mejía su padre, alto ejecutivo de una prestigiosa empresa cervecera y Rosa Botero, su madre, amorosa mujer dedicada al hogar y la crianza de sus tres hijos Luis Fernando, María Victoria La única hija y Hernán el menor de los tres.

Desde muy niño mostró sus cualidades como persona de bien y su don nato de industrial y comerciante. Atrapaba peces de colores en la finca de sus padres y los vendía a sus compañeros de colegio a edad tan temprana como los cinco o seis años de edad.

Sin descuidar sus estudios, pero con gran sentido de responsabilidad siempre ayudó a su padre en el manejo y cuidado de sus negocios en la industria del lavado de prendas y en la agricultura.


Los hermanos Luis fernando, María Victoria y Hernán Mejía Botero.

Terminados sus estudios de bachillerato decidió emprender su propia industria y estableció una próspera factoría de artículos de cobre y bronce que el mismo comerciaba en un hermoso local en la parte norte del barrio Chapinero de Bogotá.

Fue un hombre de bien, aferrado a sus convicciones, con tesón y constancia poco a poco fue acumulando una pequeña fortuna que le permitió en el momento que consideró oportuno, retirarse a vivir en la ciudad que más quiso, Santa Marta.

Siendo aún estudiante de bachillerato ya mostraba su amor por esta ciudad. Para conocerla adquirió una carpa y nos convidó a varios de sus compañeros de colegio a que hiciéramos un paseo desde Bogotá, en tren, y pasáramos unas lindas vacaciones en las playas del Rodadero y así conoció y nos mostró el lugar donde siempre quiso vivir y vivió lleno de felicidad y amor esperando siempre la visita de sus amigos y conocidos para recibirlos con los brazos abiertos y mostrarles las cosas hermosas de la región y su gente.

Fue siempre un gran amigo preocupado por los demás y dispuesto a servir en todo lo que estuviera a su alcance. Buen conversador y excelente compañía para escuchar lo que tuviéramos que contarle o consultarle en busca de sus consejos.

Muchas cosas más podría contar y decir de Hernán pero sería interminable este escrito.

Al fondo, Carmencita, Hernán y Manuela Sentados Myriam, Cecilia y Luz Marina en el Festival Vallenato en mayo de 2.008.


Solo me resta darle Gracias a Dios por haberme permitido disfrutar de su amistad.
Adiós querido hermano, descansa en paz.

Carta de la familia Mejía


Con gran dolor nos enteramos de la noticia de la muerte de mi hermano y nuestro tío Hernán, después de mensajes amorosos y cariñosos recibidos el viernes 26 al final de la tarde.

Muy agradecidos y bendecidos nos sentimos de haber tenido la gran oportunidad de compartir estos días con la “Familia de Santa Marta”: grandes amigos, fieles, leales y generosos.

Fue reconfortante haber compartido con personas maravillosas tantas historias de la ciudad donde vivió sus últimos años.

Recuerdos maravillosos: hermano irreemplazable, cariñoso y querido, el tío de la moto, el tío alcahueta, él que nos llevaba a la tienda a comprar dulces y chicles ilimitados, a quien tanto amor y consejos debemos agradecer a quien tanto le gustaba filosofar, quien tenía como bandera la unión de la familia y como él lo decia: “En Vida Hermano en Vida “ y “Ahora que Estoy Vivo” poemas tan significativos que nos entrego en un CD en el 2009... GRANDES ENSEÑANZAS.


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