La paz que anhelamos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Reflexionar acerca de una actividad que constituye hoy sustento esencial para los colombianos como es la paz anhelada por todos, es ahora una legitimación social unida al compromiso integral.

Los vocablos paz y guerra se han mantenido al entorno del hombre y sus comunidades desde la antigüedad, nos basta solo recordar lo sucedido en la Torre de Babel y sus diversos conceptos, criterios que nunca se cristalizaron.

Por ambiciones desmedidas, conquistas que creemos razonables, excesos, hemos llegado a afectar sin querer queriendo los derechos de nuestros semejantes, sin entender que nuestro derecho termina cuando nace el del otro, ya sea de cualquier raza, estirpe o condición, originando conflictos, que pudiéndose solucionar se agudizan por falta de propuestas concretas que puedan erradicar esos mínimos problemas dejándose al vaivén de factores perturbadores que agrandan el conflicto.

Debemos procurar enfocarnos en acciones alineadas con iniciativas compatibles y coherentes, haciéndose énfasis en el propósito constitucional de atención inicial de urgencia prioritaria. La verdadera paz, independencia, valores y principios dependen en alto grado de las condiciones éticas y morales de las partes en conflicto; oportunidad esta para reafirmar la lealtad y compromiso si de verdad se desea una verdadera paz.

Sobre las causas y consecuencias, podría decirse que la guerra como función perturbadora es el personaje central que termina de manera perversa como el culto supremo a la actividad humana entorno a diálogos exploratorios, previos al proceso en marcha. La violencia no diferencia razones, clases sociales o cualquier otra circunstancia.

Por ello se requiere hoy por hoy desarrollar acciones de prevención de carácter universal a través de mecanismos y herramientas que puedan identificar los conflictos y de tal manera garantizar derechos a la identidad, dignidad humana y libertad de manera expresa y clara, generando así condiciones estructurales para el éxito integral, camino a la paz.

En idénticas circunstancias consolidar la libertad de expresión como parte conexa y coherente de los derechos humanos; eje básico en el enfoque de estas discusiones en un proceso de paz. Se requiere ahora un verdadero discernimiento en materia de emprendimiento y aplazamiento de los diálogos de concertación, motivo de fondo para que no existan dilaciones; es decir, entender las voces de los protagonistas como cimientos en la transformación social, proceso que requiere cumplir con normas específicas.

En este orden de ideas, poder y contrapoder confluyen en la sociedad en servir desde posiciones y visiones particulares. Es necesario rechazar los diálogos politizados, ineficaces, espurios, mediáticos que no están a la altura de los retos - conseguir la paz; sencillo y claro diagnostico, necesario hacia una verdadera reforma estructural al entendimiento y obtención de la paz.

Es realmente importante en esta temática, reflexionar sobre la monumental cortina de humo que oculta y siembra la sensación de perturbación, anarquía y confrontación; antes por el contrario, se requiere construir mensajes de optimismo moderado, como norma en el acuerdo general para la paz, como un rechazo al rol de siniestros problemas que generalmente dan salto a un gran salto y en porcentajes inequitativamente altos y nefastos.

Como avance sustancial en un proceso inclusivo y justo se requiere indicadores de legitimidad, gobernabilidad y bienestar social, reglas estas de juego en torno al proceso de paz que deben continuar y fortalecer día a día a través de una metodología ordenada que conduzca a acuerdos sin dilaciones. El reto es pasar de acercamientos a los acuerdos definitivos para lograr cambios estructurales y concretos.