El tema de esta columna surgió en una tarde de bicicleta, en medio de charlas con un amigo economista. El título resonaba en mi mente mientras me sumergía en la misteriosa pero fascinante travesía del poder en las sombras. Como consultor en comunicación corporativa, me encontré tejiendo una red de estrategias y conexiones, a menudo invisibles a ojos ajenos, que moldean el curso de la sociedad moderna.
Este peculiar viaje me recordó una anécdota de mis días como consejero empresarial. En una reunión aparentemente rutinaria, un cliente compartió conmigo sus inquietudes sobre cómo competir en un mercado saturado. Fue entonces cuando, entre susurros estratégicos y cómplices miradas, surgió la idea de influir desde las sombras. No era algo propio de una película de espías, sino una realidad cotidiana en la que muchos actores clave operan.
En este intrincado tapiz del “power in the shadows” cono se denomina en inglés, descubrí que su relevancia en el mundo contemporáneo es innegable. No se trata solo de figuras políticas o empresariales de renombre; es un ballet silencioso de influencia que da forma a nuestras vidas diarias.
Sin embargo, este poder no es un camino de rosas. Navegar por las sombras plantea desafíos éticos y prácticos. La falta de transparencia puede ser un callejón oscuro que erosiona la confianza pública. Como un intérprete social, he aprendido a equilibrar la necesidad de estrategias efectivas con la integridad y la responsabilidad.
En este juego de luces y sombras, los puntos clave positivos y negativos se revelan a medida que desentraño las complejidades. La capacidad de influir discretamente puede ser una herramienta poderosa para la toma de decisiones eficaz, pero la falta de supervisión puede dar lugar a abusos y decisiones perjudiciales. Es un equilibrio delicado que me ha llevado a reflexionar sobre la ética y la responsabilidad en cada consejo que ofrezco.
Como consultor, mi papel va más allá de las estrategias de comunicación. Es un llamado a fomentar prácticas empresariales éticas y transparentes. A menudo, insto a mis clientes a considerar el impacto a largo plazo de sus decisiones, recordándoles que el poder en las sombras no es solo un juego de ajedrez, sino una responsabilidad que afecta a comunidades enteras.
En mi experiencia como docente universitario, invito a mis estudiantes a analizar críticamente las estrategias de comunicación utilizadas por figuras públicas y corporativas. Les enseño a comprender cómo se construye y se gestiona la imagen pública, ya que, en última instancia, este ejercicio del poder también se refleja en la percepción del público.
En el amplio escenario global, ciertos líderes destacan como arquitectos maestros de las influencias. Entre ellos, figuras como Elon Musk, cuyos movimientos estratégicos en el ámbito empresarial y tecnológico han tenido un impacto profundo. Sus posteos, más que simples mensajes, son movimientos en el tablero del poder, captando la atención del público y los mercados.
Pero no todo es sombrío en este viaje. Las redes y conexiones estratégicas emergen como héroes silenciosos en el relato comunicacional. Estas alianzas no solo impulsan agendas compartidas, sino que también demuestran que la colaboración eficiente puede ser una fuerza positiva para el cambio.
En el escenario corporativo, mi papel como consultor y consejero es facilitar un equilibrio entre la influencia estratégica y la responsabilidad ética. La clave está en reconocer que el poder, cuando se ejerce con integridad y transparencia, puede ser una fuerza positiva para el cambio y el progreso. En última instancia, es a través de la colaboración y el liderazgo ético que podemos garantizar que, en la supremacía, incluso cuando opera en las sombras, contribuya al bienestar y la evolución positiva de nuestras comunidades.
Comunicador corporativo. Apasionado por los viajes, la música electrónica, la cultura glocal, la tecnología y los negocios inteligentes.