Filatelia cafetera

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María del Rosario Guerra

María del Rosario Guerra

Columna: Opinión

e-mail: comunicacionesmrg@gmail.com

Twitter: @CharoGuerra



Con el paso de los años y la llegada de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, Colombia y el mundo han venido dejando atrás una de sus más hermosas tradiciones, la filatelia. Arte que plasma en pequeños relatos gráficos la memoria histórica, legados de personajes representativos y resalta la identidad, riqueza y majestuosidad de nuestras regiones.
Coleccionar estampillas no solo es un arte o quizás una noble afición para algunos, también es una ventana abierta a la historia, con piezas de gran valor que además preservan y defienden la soberanía e identidad de una Nación. Colombia es uno de los 192 países que, desde su primera emisión en 1.859, aún conserva esta magnífica tradición filatélica.

Para entender más de la importancia de estas joyas de papel hay que explicar cómo y cuándo nacieron. Para eso me remontaré a 1.840, año en el que enviar una carta a familiares o amigos era costoso, al punto que algunos no podían recibirla, lo que hacía que muchos de estos escritos plasmados en papel se perdieran o nunca llegaran a su destinatario. Para eliminar esta barrera y garantizar la fluidez y óptimo funcionamiento de este medio de comunicación, el inglés Sir Rowland Hill propuso al Sistema Postal Inglés que el envío de las cartas fuera pagado por el emisor antes de enviarlas, y como soporte de ese pago fue creada la estampilla.

Estas pequeñas imágenes, también conocidas como sellos postales, siguen vivas en Colombia. En la actualidad las emisiones filatélicas no solo cuentan la historia del país, sino que son emitidas para conmemorar hechos significativos, homenajear a personalidades o destacar la belleza y majestuosidad de nuestra fauna, flora, gastronomía o arquitectura, entre otras, de las regiones. Importante mencionar que actualmente el Banco de la República cuenta con una colección filatélica de 470.324 especies postales.

Es así como en aras no sólo de preservar y mantener vivo el uso de las estampillas, sino de conmemorar los 10 años de la declaratoria por parte de la Unesco del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano como Patrimonio de la humanidad, impulsé, junto con el diputado del Centro Democrático, Durguez Espinosa, la emisión, por parte del Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y los Servicios Postales Nacionales 4-72, de un pliego filatélico para exaltar uno de los paisajes culturales y productivos más bellos de nuestro territorio, el Eje Cafetero.

Serán impresas 19.200 estampillas con 12 motivos diferentes, cada una con valor facial de $2.000, que hacen alusión a las raíces colombianas, la realidad de los productores de café y las innumerables manifestaciones tangibles e intangibles que se desarrollan en las tierras cafeteras. Con esto lograremos que más personas puedan conocer y acercarse, de una forma diferente, a la belleza del Paisaje Cultural Cafetero, a la calidad de su gente, arquitectura pintoresca y tradiciones centenarias.

Es bueno recordar que hoy son 51 municipios cafeteros, de los departamentos de Risaralda, Caldas, Quindío y Valle del Cauca, incluidos como parte del Patrimonio Mundial.
Con este logro dejaremos para la posteridad en la memoria una muestra de la magia de la cultura cafetera, además de reafirmar el compromiso del presidente Iván Duque con el desarrollo productivo de esta hermosa región.

Nota: Nuevamente la justicia toma decisiones más que en derecho con claro tinte político, como en el caso del expresidente Álvaro Uribe. El debido proceso y la presunción de inocencia son derechos que le asisten a todo ciudadano, pero duele ver que nuevamente prima la animadversión política hacia él que fallar en derecho. Las filtraciones y el sesgo con el que actuaron varios de los magistrados de la Corte Constitucional demuestra, una vez más, que nuestro líder no tiene garantías y que las actuaciones judiciales parecen estar supeditadas a intereses políticos.
Reitero mi apoyo incondicional a Álvaro Uribe, un hombre caracterizado por su recto actuar, que ha sabido mantenerse firme y con la frente en alto, pese a la intención maquiavélica de algunos de mancillar su buen nombre y doblegar su espíritu. Confío en que pronto triunfe la verdad.