Entorno al sonado tema de dar viabilidad por parte de la Corte Constitucional Colombiana a las parejas del mismo sexo para adoptar niños, necesitamos asumir una ética que refuerce la legitimidad bajo la luz de la autenticidad para alcanzar notable grado de estructura social.
Es fundamental una estrategia organizacional bien diseñada, actuar en el estricto cumplimiento de la legalidad a través de un proceso sólido y creíble, donde los hechos concernientes a todo un pueblo no sean decididos en contra de la voluntad de las masas por un reducido número de magistrados, en este caso seis de los nueve que conforman la Corte. Este sinsabor es una evidencia manifiesta en el país, se necesitan ideas coherentes y razonables que se constituyan en apertura hacia un sueño de poder triunfador; es menester generar un nuevo sistema gubernamental sustentado en justicia social y democracia real como instrumento de universalización de derechos, fruto de la movilización social y de la voluntad popular. Este debe ser el hilo argumental de nuestra historia y no los desacuerdos que hoy esgrime la Corte.
Debemos luchar por la unidad como herramienta de orden social, pero que sea esta con una decisión eficaz.
Es esta la realidad concreta de cada coyuntura que reafirma el carácter democrático, civilista, pluralista, multicultural y pluriétnico, un ejemplo claro del compromiso con los desafíos de la civilización. Todo lo anterior nos permite afirmar que se requiere una frontera que divida la civilización de lo absurdo, iniciativa ésta que busca unir esfuerzos para ayudar al tejido social con unidad. La idea parte de la necesidad de actuar y pensar sobre la visión y el desarrollo ético y social; realizar compromisos donde quede establecida la hoja de ruta para la estructuración social.
La decisión de la Corte tomó por sorpresa a diferentes estamentos de la sociedad; algunos consideran que es una imposición de esta corporación, otros sostienen que obró de manera correcta, terceros afirman que la Corte está usurpando funciones del Congreso de la República y que puede ser denunciada por prevaricato. El país necesita de un urgente debate donde sea la voz de 45 millones de colombianos, quienes decidan el rumbo final mediante un plebiscito.
Son los padres de familia a quienes corresponde la responsabilidad, el seguimiento, observación y control del comportamiento de sus hijos en todas sus etapas; el niño debe interactuar con los demás niños de su edad con inclusión de género. En este sentido refieren los académicos al afirmar que el proceso de supervisión por parte de las parejas heterosexuales en muchas ocasiones se sale de sus manos la conducta de los niños, desviándose estos a géneros opuestos; entonces surge el interrogante
¿Qué tal será el crecimiento de los niños adoptados bajo la custodia de parejas del mismo sexo? La respuesta bajo el contexto social es de gran connotación; unos dirán que es correcto, otros que no lo es; pero la percepción colectiva que ajusta a la sociedad a nuevas realidades nos dice por sabiduría practica y popular que los homosexuales y lesbianas sienten orgullo por su condición de género, luego es muy difícil que al interior de estas parejas disfuncionales vallan a tratar fingir a los niños de no ser lo que son.
En este caso los niños que son susceptibles y suspicaces de inmediato capturarán y descubrirán el verdadero comportamiento de sus adoptantes y querrán imitarlos.
Las verdades de percepción social nunca mienten; esto debemos tenerlo siempre en cuenta; un ejemplo de ilustración lo constituye el hecho que los niños quieren ser iguales a sus padres, incluso en sus artes, oficios o profesiones. Por lo tanto la más beneficiada de la sentencia emitida por la Corte Constitucional es la comunidad Lgtb celebrando; mientras que otros en desacuerdo de manera vehemente e impetuosa rechazan esta decisión.
Es este el interrogante que quiero dejar a mis queridos lectores. ¿Quién tiene más poder?