El maestro de hoy

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



"El mundo de hoy exige un profesor apasionado por su profesión y por el conocimiento, capaz de enseñar cómo se aprende.

La tarea en la escuela ya no es transmitir conocimientos o valores." Estas son palabras de Juan Carlos Tedesco, miembro de la Oficina Internacional de Educación de la Unesco.

No cabe duda que el señor Tedesco está muy cerca de concebir la estampa, particularidad y rasgos característicos que debe asimilar y cultivar el maestro de hoy dentro de las complejidades manifiestas e inciertas de un mundo dinámico, cambiante y en continua transformación. No obstante, olvida que proceso formativo no debe limitarse simplemente, a enseñar a aprender, -aunque esta sea una parte importante- sino que es necesario procurar la sana construcción de seres humanos íntegros, cargados de esque-matizaciones éticas y morales que sean respetuosos de la vida, la comunidad y el ambiente.

El hombre ético, respetuoso de sí mismo y de sus semejantes, es un ser formado emocional y espiritualmente que exterioriza ilimitada y permanentemente los deseos de superar sus niveles de racionalidad e intelectualidad, es decir, es un hombre cuyo máximo deseo es aprender, pero ante todo vuelca su existencia al servicio de los demás.

No admite discusión alguna, el señor Tedesco, tiene razón al afirmar que el papel del maestro de hoy en día no es transmitir conocimientos, esto está claro. El maestro de hoy no es un recipiente forrado que se destapa y del cual se extrae todo lo que hay en su interior, no. El maestro de hoy motiva, promueve e inspira al educando a llenar por sí mismo, el recipiente de su intelectualidad y espiritualidad.

El maestro de hoy es la palabra hecha inspiración, y el impulsor necesario para que el aprendiz encienda la llama incandescente que potencializa la sed del conocimiento y la verdad. Sin embargo, y como ya se mencionó anteriormente, esa llama incandescente solo puede ser activada cuando las consideraciones éticas y morales que promueven la formación de un ser humano íntegro, sean atomizadas a plenitud en la persona,

El individuo destinado a transformar el mundo positivamente es un ser integral dotado de intelectualidad y conocimientos ilimitados, pero con una alta dósis de humanismo, valores y respeto por todo aquello que le rodea.

No es que se pretenda dedicar espacio y tiempo excesivo a la transmisión de condicionamientos éticos y morales a los educandos, sino que es necesario motivar la construcción de un ser humano capaz de potencializar el saber en la dirección correcta, es decir, en dirección de lo bueno y lo sublime que inspira el género humano.

Esta es la misión del maestro de hoy: formar y construir seres humanos íntegros, dispuestos a servir a sus semejantes y a formalizar la construcción de un mundo mejor, un mundo más justo e igualitario en donde el conocimiento, la ciencia y la tecnología estén al servicio de la humanidad, y no solo al servicio de aquellos inescrupulosos que son incapaces de vivir por los demás.

El maestro de hoy no es una figura decorativa, sino un elemento importante y necesario para cumplir con el fin prioritario de la formación, el cual es, motivar la generación de seres humanos dispuestos a cambiar positivamente el orden viciado de las cosas.

El maestro de hoy es uno con su interlocutor, el educando, en busca de la misma meta. El maestro de hoy es el sustentador incuestionable de una sociedad y un mundo más digno. El maestro de hoy es excelencia, calidad y humanismo en todo el sentido de la palabra.

En resumen, el maestro de hoy es el fundamento esencial para promover la generación de un futuro más digno para todos, un verdadero apasionado por su profesión, por lo que hace, por lo que busca y por lo que quiere de sus discípulos. El maestro de hoy, para terminar, es la pasión hecha realidad.

Que Dios bendiga a todos los maestros del planeta que buscan, honestamente, hacer de este mundo, un mundo mejor.