Hegel decía que «el ave de Minerva no emprende el vuelo hasta el oscurecer». El concepto de patrimonio cultural es la columna vertebral de la identidad de una sociedad, y su estudio tiene el potencial de definir su futuro.
Es la expresión de la forma en la que nuestros antepasados vivieron, nos permite identificar las razones que inspiraban su actitud de vida y el modo en el que se desenvolvían las relaciones sociales antes de nuestro nacimiento. Por tanto, nos sirve para evaluar cómo ha cambiado la sociedad y, con base en estas conclusiones, moldear nuestro futuro.
La Constitución Política de Colombia dispone el derecho colectivo al patrimonio cultural, prevé el derecho fundamental de los niños a estudiar la cultura y el deber del Estado de promoverlo y fomentarlo. Si bien es cierto que antes de su promulgación el Legislador había definido algunas reglas de protección del patrimonio, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha dicho que la del 91 es una Constitución cultural.
En esta república, gravemente afectada por los sesgos del centralismo político y administrativo, olvidamos que las casas coloniales de La Candelaria, la ciudad amurallada de Cartagena y el centro histórico de Mompox no son los únicos bienes de interés cultural. Tendemos a desconocer que la realidad del siglo XXI es el resultado de los cruentos acontecimientos que se sufrieron en todo el territorio nacional desde el período de La Violencia (1920-1957), durante el Frente Nacional (1957-1974) y hasta el regreso de los gobiernos de partido (1974-1986), según la clasificación de Jorge Orlando Melo.
El Nuevo Liberalismo se fundó originalmente en 1979 como alternativa a los burocráticos y clientelistas partidos Liberal y Conservador, con la finalidad de luchar contra la corrupción y con la convicción de que Colombia superaría dicho caos. Pero el infortunio se consolidó en lo que restaba del siglo XX, pues las guerrillas, los paramilitares y el narcotráfico aprovecharon la ausencia del Estado para gobernar de facto en los territorios olvidados. En el mundo político, la violencia exterminadora de los agentes del Gobierno resultó, bien sea por acción u omisión, en el exterminio físico del Nuevo Liberalismo y el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento.
El pasado 18 de marzo, se inauguró la Casa Natal Galán en Bucaramanga después de dos años del inicio de la restauración liderada por la Alcaldía de esta ciudad. Allí, nació Luis Carlos Galán Sarmiento en 1943 y vivió durante sus primeros años. A quienes quieran estudiar las razones que inspiraban su inagotable acción en contra del clientelismo y el narcotráfico, los invito a las exposiciones artísticas de este espacio de memoria colectiva que se suma a los bienes públicos de interés cultural de Santander.