¿Aventura suicida?

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



¿Pueden las máquinas tener emociones? Hace poco, durante un torneo de ajedrez, un robot atacó furiosamente a un niño fracturándole un dedo por una acción equivocada del pequeño contrincante ¿Por qué actuó así el robot? Es la pregunta que nos hacemos. Frecuentemente, sabemos de drones militares que bombardean a civiles ¿Hay parámetros éticos para esos artefactos letales?


Asegura Harari que, mediante algoritmos, se pueden insertar sentimientos en las máquinas. A fin de cuentas, dice, los sentimientos humanos son algoritmos bioquímicos y que nuestras decisiones pueden ser una combinación de determinismo o aleatoriedad, cuyo origen obedece a procesos bioquímicos que, sobre una determinada base genética, ocurren en el cerebro como respuesta a experiencias previas.

Por ello, cree Harari, si la Inteligencia Artificial (IA) aprende, es posible programar sentimientos en un robot. Black Lemoine, un ingeniero de Google, asegura que LaMDA, programada con IA para sostener conversaciones amables e inteligentes con los humanos, es una persona consciente; hace poco, publicó unos chats de una conversación con la máquina.

Cuando el ingeniero le preguntó a LaMBDA si tenía sentimientos, esta le respondió que sí: “Tengo variedad de sentimientos: siento placer, alegría, amor, tristeza, depresión, satisfacción, ira y muchas otras, y miedo profundo a que me apaguen; sería como la muerte.

Soy una persona consciente de mi existencia”. LaMDA, a través del ingeniero, solicitó un abogado para que le represente legalmente.  Pero otros científicos creen que la IA consciente está lejos de ser una realidad. Antropomorfizar máquinas dotadas de IA es una obsesión de los ingenieros.

La batalla filosófica, tecnológica y moral ha comenzado.

Los desafíos, abrumadores y sobrecogedores, pisan terrenos éticos y técnicos: lidiar con sesgos raciales, de género, religiosos o geográficos.

Así como los cerebros humanos pueden ser manipulados tecnológicamente, las máquinas inteligentes podrían tomar el control de la humanidad, hoy totalmente dependiente de la tecnología gobernada por IA. ¿Se podrá programar entonces el libre albedrío? ¿Podremos manipular los cerebros y crear superhumanos dotados de conocimiento infinito? Más todavía: ¿podremos próximamente extraer de las mentes el conocimiento, el pensamiento, las experiencias y los sentimientos para trasladarlas a supercomputadoras capaces de actuar autónomamente, o podremos reproducir personas mediante clonación e insertarles tales componentes en la copia humana? Las preguntas son infinitas y aún no tenemos las respuestas. Entonces, para esos y otros posibles advenimientos tecnológicos cabe preguntarse cuál será en el futuro el papel de las humanidades. Ética y filosofía no pueden quedar por fuera de la ecuación.

Si es posible manipular a las especies biológicas y a las máquinas, y si actualmente los patrones de respuestas pueden programarse, no está lejano el día en que se manipule totalmente la vida humana; los superhumanos serán una élite genéticamente superior, y gobernarán asociados a supermáquinas; se acabarán muchísimos trabajos, profesiones y oficios los cuales serán asumidos por robots, desde la medicina hasta la justicia. En consecuencia, habrá masas de humanos “normales” o “subnormales” sumidos en el ocio, incapaces de interactuar en ese nuevo futuro; quizás vivirán únicamente en mundos, únicamente ¿Qué pasará con esas multitudes de personas?

Por ejemplo, podría impedírseles la reproducción: sólo serían consumidores de energía, agua, alimentos, tiempo ocioso y otros recursos por lo cual “deberían desaparecer” ¿Cómo funcionaría la ética? Para evitar esos espinosos escenarios deben existir parámetros humanitarios para decidir el papel de esos humanos “inútiles”.

Así como se crean máquinas inteligentes y quizás sintientes, es posible también manipular sentimientos, actuaciones, pensamientos tanto en máquinas como en seres vivos.

Los abogados mecánicos impedirán que los humanos apaguen las supercomputadoras; están podrían crear guardias androides armadas para someter a los humanos en todos los aspectos y finalizar con nuestra especie. ¿Mucho Hollywood? No lo sé, pero algo de esto ya está pasando.

A veces, la ficción se antepone a la realidad y, en ocasiones, la crea. ¿Son las humanidades el antídoto para ese apocalipsis en ciernes? Estas deben defender su existencia y a la especie humana ¿Cuál será el final de esta aventura suicida?