Santa Marta, ¿bloqueada por quién?

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Finalizado el debate presidencial, los distintos sectores del país comienzan a reaccionar ante los anuncios y disposiciones del gobierno electo frente a temas estratégicos de orden nacional. Desde las regiones y ciudades principales, la preocupación de los gobernantes, sociedad civil y gremios económicos, es adelantar gestiones para obtener del nuevo Gobierno, el respaldo necesario para avanzar en las apuestas locales en curso y las que están en estructuración, pues finalmente, el Presidente de Colombia, es un aliado estratégico para el territorio.
En Santa Marta, cuyo gobierno se declaró víctima de un “bloqueo” político por parte del Presidente Duque, tendrá el reto principal de demostrar con resultados; si el tal bloqueo existió o si esto fue una excusa para justificar la incompetencia.   

Los últimos gobiernos de Santa Marta, han gozado del respaldo popular, político y gremial local. Sin embargo, comienza a notarse el agotamiento de sus electores debido a la deficiente gestión y cuestionables manejos de los recursos públicos. A esto, se agrega el ambiente agresividad que han instaurado hacia todo los que piensen diferente a ellos. La falta de soluciones a los problemas del territorio y sus constantes enfrentamientos, han conducido a la ciudad a una total desarticulación institucional. Sin embargo, el peor daño causado por su sistemática estrategia de victimización, ha sido la profundización de la polarización social de la ciudad, la cual impide unir las fuerzas necesarias para su desarrollo. 

Autoproclamados como opositores y perseguidos políticos, estos gobiernos, han construido el discurso del “bloqueo” por parte del Gobierno Nacional, con el cual han pretendido justificar su lánguido desempeño. En su estrategia de victimización, han pasado de personajes de la política parroquial hasta el nivel presidencial. Sin embargo, sus conductas agresivas, no solo frente al gobierno nacional, sino ante congresistas, concejales, directores/gerentes de entidades, veedores, líderes cívicos y/o empresarios sobre los que no pueden ejercer control, llevan a considerar, que en realidad, han sido estas actitudes las que han tenido bloqueada a Santa Marta. 

En este ambiente político impuesto en Santa Marta, no extraña que se dificulte lograr el concurso de sus diferentes sectores en el diseño y/o ejecución de las soluciones a sus principales problemas. 

No obstante, el argumento del “bloqueo” no alcanza para cubrir las responsabilidades que atañen después de doce años en el poder. Estos gobiernos, deben asumir el fracaso en la solución a: la crisis del agua, la profundización en la deficiencia del sistema de alcantarillado, los sobrecostos y retrasos de obras como las de la Megabiblioteca, el Parque del Agua, megacolegios, las cuestionables calidades de lo ejecutado en el estadio Sierra Nevada o los retrasos de las obras del sistema estratégico de transporte (SETP). Este argumento, tampoco les excusa del fracaso que han tenido en el manejo socioeconómico de la ciudad, la que se ubica hoy como la del costo de vida más alto en el país, la tercera con mayor pobreza, la quinta con mayor informalidad.  

Ante la llegada del que se supone es un Gobierno Nacional aliado, es natural que los samarios tengan altas expectativas, pues al terminar el supuesto “bloqueo”, lo que resta, es que el Gobierno Distrital, presente los proyectos para los principales problemas de la ciudad. Pero, si insisten en el discurso de odio, será difícil contar con la participación  de gremios, academia, organizaciones civiles y demás actores que conforman el tejido social local, sin los cuales, resulta imposible construir proyectos colectivos de ciudad.

Resulta imperdonable, que, en doce años en el poder, estos gobiernos pretendan subestimar el entendimiento de la ciudadanía achacando a otros la responsabilidad de su evidente fracaso en la gestión de soluciones para la ciudad. 

La experiencia con estos gobiernos, debería dejarle como enseñanza a los samarios, la necesidad de agudizar el sentido crítico frente a las propuestas y el talante de candidatos a gobernarlos, pues ha quedado demostrado, que siempre habrá alguien dispuesto a instrumentalizar el descontento social para beneficio propio. ¿De qué le ha servido a Santa Marta, más de una década de pleitos y ataques liderados desde la trinchera en que han convertido a su institucionalidad? Esperemos que enderecen el curso.

Tiberio, quien gobernó sobre la base del resentimiento, decía: “¡Después de mí, que el fuego haga desaparecer la tierra!”