¿Hotel 7 estrellas en Santa Marta?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Santa Marta fue privilegiada con bellezas naturales en demasía, al punto que puede ocasionar el agobiante impacto que en Stendhal produjo la asombrosa hermosura de la encantadora Florencia, cuna del Renacimiento.

Rodeada de naturaleza única, hacia oriente está el Parque Tayrona, resguardado por la inmensidad de la Sierra Nevada, desde donde se aprecian los variados tonos del brillante y profundo azul del Mar Caribe que envuelve casi la mitad del perímetro distrital. Otro privilegio de nuestra ciudad es tener casi todas las vías de acceso: carretera, ferrocarril, puerto marítimo y aeropuerto. Casi que también la fluvial: el Río Magdalena no queda lejos.

 

Tanto derroche de prerrogativas ha tenido como contraparte un parroquialismo del que apenas estamos saliendo; la dirigencia, egoísta y de corta visión, y una ciudadanía indiferente han conducido a Santa Marta por el camino del desorden y los abusos hacia el terreno fértil de la falta de autoridad que permite todo tipo de fechorías.

En medio de ese agridulce panorama enfrentamos ahora los retos que el progreso impone y, específicamente, el desafío del TLC con Estados Unidos y otros más que se han formado recientemente. Santa Marta crece a un ritmo interesante: se ve la inversión privada en diversos frentes y el turismo aumenta. El caos actual no ha obstaculizado el incipiente desarrollo de la ciudad, ni ha impedido las inversiones.

Es menester, entonces, reconocer los errores cometidos en el pasado, entender el estado actual del distrito en temas críticos, y afrontar con valentía ese nuevo escenario que se plantea. ¿Qué tiene Santa Marta de especial que genera el interés de muchos? Para nadie es un secreto el enorme potencial que ofrece esta capital por sus ventajas en condición de distrito, donde hay muchísimo por hacer en muchos frentes y gente interesada en llevarlo a cabo.

A pesar de su gran extensión de frontera marítima, Santa Marta está de espaldas al mar. El aspecto turístico es de lamentar: el aeropuerto no tiene capacidad de atender los requerimientos del distrito y colapsa en las temporadas; el desarrollo turístico nada tiene para causar envidia de otras ciudades: falta de infraestructura, inseguridad, desorden, pobre información para el turista, servicios públicos que desaparecen en las temporadas, deficiente capacitación y abusos por parte de los operadores turísticos, ocupación del espacio público, etc.

La infraestructura hotelera es deficitaria y, en general, de mediana categoría Sumemos a esto la venta y consumo de alucinógenos, la prostitución callejera, las ventas ambulantes, el mototaxismo y otros flagelos derivados de los enormes problemas sociales de la ciudad. Las lindas playas samarias mueren a la velocidad del rayo por el ecocidio carbonífero y por la incultura del turismo de medio pelo que tanto castiga a nuestras bahías; aun así, hay quienes manifiestan interés en promover el turismo de alta categoría en nuestra ciudad, incluso a pesar de las engorrosas trabas burocráticas en mora de subsanar.

Ha levantado ampollas el proyecto de construir un hotel de 7 estrellas en las playas de Arrecifes. Es de Perogrullo que cualquier proyecto en un parque natural debe ser respetuoso en grado sumo con el ambiente y cumplir con la legislación nacional, y en particular contar con la aprobación de las comunidades del sitio, que pueden salir afectadas por esos desarrollos; también, que todo proyecto de desarrollo debe pasar por los tamices legales, y que las autoridades deben exigir el cumplimiento de todo acuerdo.

El punto escogido para el proyecto es por estos días una playa de campistas, con servicios precarios y un comportamiento de muchos visitantes que poco tiene de respetuoso con el entorno. Un proyecto hotelero, aun de corte ecológico, tendrá impactos obvios que deben ser calculados antes de cualquier decisión. Igual, se le debe exigir a los actuales visitantes y servidores del parque el obvio respeto por el lugar.

Quienes se oponen al proyecto sin conocerlo a fondo, tienen razones basadas en el posible daño ecoambiental que puede traer el hotel no solo por la construcción y operación del hotel, sino por lo que representa en vías de acceso y transporte, servicios públicos, impacto sobre flora y fauna, acceso a las playas, amén de los aspectos legales, la aceptación por parte de las comunidades nativas y de eventuales conflictos de intereses, tomando como ejemplo de daños los que, dicen, ha generado la Marina Internacional, necesaria sí, pero en el lugar equivocado.

Quienes están de acuerdo con la obra consideran que traerá una inversión multimillonaria, empleo directo e indirecto, importantes ingresos para el distrito, desarrollo turístico y el prestigio de tener el primer hotel de 7 estrellas del país, lo que jalonaría otros proyectos similares respetuosos del medio ambiente, tal como existen en otros países con la aprobación de sus gobiernos.

Los primeros no cuentan con información suficiente y adecuada del proyecto para adoptar esa oposición cerril, y los segundos no han sabido vender su idea desde la óptica del respeto ecoambiental y jurídico. Lo importante es revisar objetivamente el proyecto desde el principio, sin aprobarlo o censurarlo antes de estudiar todos los aspectos del mismo, desde todas las perspectivas posibles, escuchando argumentos y razones de lado y lado.

Si se puede llevar a cabo, bienvenido el hotel. Si no es posible, ni modo: construirlo en otra parte. Porque Santa Marta no puede quedarse en la polémica interminable sin tomar las decisiones más favorables para su futuro. Es el momento de navegar en el océano de las oportunidades que nos rodea, ese hermoso Mar Caribe, al que debemos amar, respetar y aprovechar.