La noche del cóndor

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Majestuoso, el cóndor es un ave de enorme envergadura, unos 3,3 metros. Alcanza casi 7000 metros de altura en vuelo; puede planear durante horas aprovechando las corrientes de aire.
De vida diurna, habita en lugares altos e inaccesibles, dormitando de noche. Ejerce presencia en toda la cordillera andina. Su imponente figura engalana los escudos de armas de Bolivia, Chile, Ecuador y Colombia, y en el pasado, del Perú. Todo un emblema de Suramérica.

Es también el nombre escogido para una de las más tenebrosas épocas en América Latina. El Plan Cóndor, que aun hiela la sangre, tenía como objetivo la eliminación física de opositores políticos a la red de dictaduras montadas por los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría para combatir la amenaza marxista en este continente; de paso, imponer el neoliberalismo en la región y subyugar las naciones a la banca multilateral.

El documento maestro del macabro plan fue el escalofriante decreto nazi Noche y Niebla. En su libro “Predatory States. Operation Condor and covert war in Latin America”, asegura la profesora estadounidense Joan Patrice McSherry, que el Plan Cóndor surge en los años 60 en la Escuela de las Américas y la Conferencia de Ejércitos Americanos.

En los años 70 se conformó una red clandestina internacional entre las dictaduras latinoamericanas de entonces, coordinada por Henry Kissinger (para entonces, jefe del Departamento de Estado de USA); Estados Unidos era el patrocinador, y la CIA daba apoyo para torturas e inteligencia. En Santiago de Chile, el 25 de noviembre de 1975, nace este monstruo, hijo de la inteligencia militar de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay.

La DINA de Pinochet y la SIDE argentina fueron la punta de lanza. Según documentos de la CIA desclasificados en 1997, la tortura se referenciaba en el Manual Kubark, una enciclopedia de inclementes suplicios, inspiración para otro manual: “Adiestramiento en la explotación de fuentes humanas”. La eliminación de enemigos se basó en el “Estudio del asesinato”. Se mencionó al prófugo nazi Klauss Barbie, “el carnicero de Lyon”, como asesor del dictador boliviano Hugo Banzer.

Los “archivos del terror”, hallados en 1992 en Paraguay, demuestran actos monstruosos como sesiones de torturas, intercambio y traslado clandestino de presos políticos entre países, espionaje y control de actividades civiles. Reflejan como desde Estados Unidos se planeó el “terrorismo de estado” en Suramérica: cualquier muestra de inconformidad y rechazo al gobierno era calificada como subversiva, y por ellos reprimida violentamente, muchas veces de modo extrajudicial, sumario y secreto, incluso en Europa y Estados Unidos.

Se castigó el “terrorismo intelectual”. Los métodos incluyeron asesinatos, secuestros, tortura y desaparición forzada. Poco antes del descubrimiento de estos documentos, se había pactado la Operación Silencio, que involucró el asesinato de testigos y destrucción de documentos. Se calcula que el Plan Cóndor dejó en América Latina 50.000 muertos y 30.000 desaparecidos, y más de 500 niños robados, según la Asociación Civil de Abuelas de la Plaza de Mayo. Hay mucho más, con pruebas suficientes.

Los estudiantes no escaparon a secuestros y asesinatos; en 1976, en La Plata (Argentina), como escarmiento, fueron desaparecidos, torturados y asesinados unos estudiantes que habían marchado pidiendo descuentos en los pasajes de autobús. Un documento describe las acciones a emprender contra los colegiales, a quienes consideraron un “potencial semillero subversivo”, a pesar de que la Policía de la Provincia de Buenos Aires los calificó de mínima peligrosidad. De 10 estudiantes secuestrados, seis siguen desaparecidos. Se dice que, luego de padecer tormentos en centros clandestinos de detención, fueron eliminados. Charly García en “Los dinosaurios” y la cinta “La noche de los lápices” exponen las demenciales acciones de gobiernos paranoicos. Aterran los alcances del odio inculcado. Jimmy Carter, apoyado en Gerald Ford, detuvo oficialmente este macabro plan, pero siguió clandestinamente por varios años más. Aún parece activo. Los cóndores no vuelan de noche, pero los aterradores vuelos de la muerte, de la Operación Cóndor, se amparaban en la oscuridad.