Lluvia de sobres, que mal gusto

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Escrito por:

Jacobo Solano Cerchiaro

Jacobo Solano Cerchiaro

Columna: Opinión

e-mail: jacobosolanoc@hotmail.com

Twitter: @JacoboSolanoC



Asistir hoy en día a cualquier evento es un verdadero dolor de cabeza. De los tiempos de antes cuando las personas compraban libremente un regalo de matrimonio, que por lo general era una olla arrocera, y la entregaban a los novios para su vida futura, hemos caído en una práctica inelegante, de mal gusto y hasta corroncha, la "distinguida" lluvia de sobres, que consiste literalmente en entregar dinero en efectivo para financiar matrimonios, baby showers, despedidas de solteros, quince años, bautizos, primeras comuniones y hasta fiestas de niños, ¿qué tal?

Según las reglas de la etiqueta esta práctica sólo debe sugerirse para matrimonios en los que la pareja va a vivir fuera del país por obvias razones. La tradición indica, que los regalos suelen ser una muestra de amistad, agradecimiento, cariño o felicitación hacia otras personas que comparten con nosotros un momento especial, y por ello, es un acto voluntario, que no debe ser subordinado a reglas, imposiciones ni recomendaciones. Sin embargo, en nuestra sociedad mercantilista, en la cual la mayoría de la gente anda por plata como ciego por ojo, se inventan la famosa lluvia que a muchos mortifica, más aún, cuando a veces la tarjeta trae la sugerencia de que sea en euros o dólares, llegando a convertirse en muchos casos, en una solución a la crisis económica que a veces impide realizar una celebración. Esta pésima costumbre se ha generalizado tanto que ya pasó a ser un negocio más, tomado como una inversión para recuperar dividendos. Algunos están de acuerdo con esta nueva moda, mientras que otros la critican fuertemente y aunque los invitados no manifiesten su desagrado, porque jamás se lo harán saber, el sentimiento de malestar es muy grande, porque vaya como vaya el sobre y por muy adornado que esté, el solo hecho de que lleve impresa la nota "Lluvia de sobres", ya es incómodo para el invitado, pues nunca sabrá cuánta es la cantidad de dinero que esperan recibir o si será suficiente para generar conformidad al homenajeado. Es una práctica tan molesta que en ocasiones se convierte en un impedimento para asistir a la reunión.

Con este artículo corro el riesgo de no volver a ser invitado a fiesta alguna, pero como no soy muy asiduo a estos ágapes de etiqueta, glamour e hipocresía, poco me preocupa. La lluvia de sobres es una modalidad que ha convertido las fechas especiales en una forma de medir cuánto vale un amigo o familiar; y lo que es más triste aún, algo tan agradable como acompañar a seres queridos en eventos que sólo se dan una vez en la vida, se convierten en un angustioso viacrucis por determinar cuánto se introduce en el dichoso sobre. Todo por temor al qué dirán.



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