El personaje goza de gran respaldo y afecto en un sector conservador de la opinión pública, supuestamente porque es muy cristiano.
Creen muchos que frente de la Procuraduría asumió la férrea defensa de los valores cristianos. ¿Realmente? Parafraseando el título del libro escrito por mi tatarabuelo Giuseppe De Andréis Rivara, pregunto: ¿Será el exprocurador Ordóñez cristiano? Probablemente, al igual que le sucedió a mi tatarabuelo, esta urticante columna me traerá algunos contratiempos, pero no por esto podemos quedarnos callados.
Cristiano es aquella persona que trata de parecerse, de imitar a Jesús Cristo. Aquellos, que siguen a Jesús de labios, pero con sus acciones son anticristos. El anticristo no es ser apocalíptico sino simplemente aquel que vive en contravía de lo que pregona, los fariseos.
¿Quién era Cristo? El amor perfecto y absoluto, y que por esto era capaz de proponer la revolución de la otra mejilla. Cristo, fue aquel, que cuando Pedro sacó la espada, le dijo que la guardara. El hombre, si se quiere, que derogó la ley farisaica con la misericordia divina en aquel pasaje profundísimo de la mujer adúltera. Cuando le preguntaron qué cuantas veces había que perdonar al que nos ofende, contestó que todas las veces, y fue aquel hombre que antes de morir exclamó: ¡Padre mío, perdónalos porque no saben lo que hacen!
Cristo cuestionó a los moralistas de la época que ponían el yugo de la ley sobre los demás, de tal forma que el hombre era para la ley, a lo cual Jesús respondió que el sábado es para el hombre.
Si Cristo era amor, perdón y misericordia, y cristiano es quien trata de imitarlo, ¿cómo va a ser cristiano Ordóñez y los que se le parecen? Ordóñez es clericalista, ritualista y fariseo, pero cristiano no es. Sigue al clero y sus formas, pero no a Jesús.
Al frente de la Procuraduría pretendió utilizarla para subsanar las falencias pastorales de la iglesia católica. Pretendió defender una interpretación de fe y no la Constitución. Si fuera cristiano de verdad, sabría que en el amor todos cabemos porque todos somos pecadores; sabría que en al amor de Cristo caben los homosexuales, las mujeres que abortan y también lo de las Farc. Y debería saber que por encima de todas las cosas, para amar verdaderamente, hay que tener libertad para elegir, bien o mal. No puede haber amor sin libertad.
El problema, desde una óptica espiritual, no es que el Estado sea secular o que las leyes sean permisivas. El problema es la carencia de una pastoral verdadera y profundamente cristiana, despojada de clericalismo y moralismos absurdos. No hemos sabido mostrar el verdadero rosto de Dios. Somos los cristianos los que estamos fracasando en nuestra labor evangelizadora. Una mujer que aborta, aunque en nuestra opinión haya elegido mal,no conoce la misericordia divina.La misericordia tiene el poder de derogar a la ley; es decir, si no estuviéramos fracasando pastoralmente, las leyes permisivas serían letra muerta.
Un hombre que prefiere la guerra a un acuerdo-saca la espada-, o que pone el yugo de la guerra sobre otros so pretexto de guardar la ley –ley inventada por los hombres-, o que quiere venganza porque no es capaz de perdonar, no puede ser cristiano, entonces Ordóñez no es cristiano sin importar que escuche diariamente misa tridentina, se postre ante el santísimo 23 horas al día y rece 50 rosarios. Así eran los fariseos de antaño y así son los de ahora: para que nos vean. Pura forma y nada de fondo. Tienen el corazón podrido. Hablan de un Dios y de un Cristo que no conocen, y de ellos dice Jesús: no te conozco.
Anticristos como Ordóñez son los que nos han hecho a los católicos detestables a los ojos de muchos, los que han ocasionado los distintos cismas en la fe cristiana, y los que han hecho que el Estado se secularice. Hay que denunciarlos para que no sigan haciendo daño. El fanatismo moralista, rayando en locura, debe ser detenido antes de que encienda hogueras. El que uno comparta con estas personas algunas posiciones, no puede convertirnos en cómplices de ellos, porque una es la perspectiva del amor y otra la del moralismo fanático.