SANTA MARTA RUMBO A LOS 500 AÑOS

FALTAN:

La recuperación de las fortificaciones de la Bahía de Santa Marta

Imagen institucional de la Academia de Historia del Magdalena.

Santa Marta rumbo a los 500 años
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Una oportunidad para formular su puesta en valor e implementar el paisaje cultural fortificado


 Por: ÁLVARO OSPINO VALIENTE

        Arquitecto y presidente de la Academia de Historia del Magdalena

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Primera Parte.

 En los últimos días ha cobrado importancia el islote del Morro a raíz de la creación de una Comisión Accidental del Concejo Distrital que verificaron el estado actual del muelle para embarcaciones menores, las escalinatas en piedra, las ruinas de la batería con su parapeto a barbeta, aljibe a prueba de bombas y de los edificios militares (cuarto del comandante, capilla, cuartel de infantería, cocina y calabozo); concluyendo la necesaria tarea de realizar una inversión para su recuperación y convertirlo en un nuevo atractivo turístico de la ciudad. De la misma manera, la sensacional noticia con un render de una restauración virtual con el plano del último proyecto del siglo XVIII, donde aparece una batería de morteros enlazando las baterías altas de Santa Ana y baja de San Carlos con garita, obra que nunca se construyó por diferentes factores. El no acudir a la Academia de Historia del Magdalena para tratar estos temas es algo que se ha repetido en las últimas décadas, este organismo fue creado el 7 de agosto de 1928 y reglamentado con la Ordenanza Departamental No. 52 de mayo 4 de 1932 como cuerpo consultivo en asuntos históricos de la gobernación del Magdalena, de la Asamblea Departamental, de su capital Santa Marta y todos los municipios de nuestro departamento. Esta institución ha participado en los eventos más notables o conmemorativos, como en el Centenario del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar (1930) y los actos preparativos para celebrar los 450 años de fundación de nuestra ciudad (1975); hoy hace parte de la Comisión Preparatoria del Quinto Centenario de la fundación de Santa Marta y ejerce su secretaría técnica.  (imagen 1)

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La gestión de la Academia de Historia del Magdalena en procura de recuperar las fortificaciones de Santa Marta es una tarea que inició el médico Arturo Bermúdez Bermúdez a partir de una visita a esta ciudad del historiador español Juan Manuel Zapatero que escribía su libro Las fortificaciones de Santa Marta y estudio asesor para su restauración en 1978. Luego de ello, conforma la Asociación de Amigos de los Fuertes de Santa Marta, un apéndice de la Academia para propender por recuperar dichas fortificaciones. Animado por esa experiencia inició su tarea gestionando unos recursos para la restauración del fuerte de San Fernando que no se pudieron realizarse en esos momentos puesto que el ministro de Defensa Nacional de la época, el general Luis Carlos Camacho Leyva en oficio fechado el 10 de junio de 1980, dirigido a Enrique Vargas Ramírez, ministro de Obras Públicas, manifestó lo siguiente: 


“Aviso a usted recibo de su nota de 30 de mayo último, por medio de la cual tiene a bien solicitar la colaboración de este Ministerio para llevar a cabo las obras de recuperación y restauración del fuerte de San Fernando en la ciudad de Santa Marta.

 

Deseo manifestarle al señor ministro, que el mencionado fuerte no se encuentra dentro de los terrenos propios del Batallón Córdoba, sino fuera de ellos y que, consecuencialmente, este Ministerio no tiene ninguna injerencia sobre el particular.

 

Desde hace algún tiempo algunas personas de Santa Marta han tenido la idea de hacerse a los terrenos donde actualmente se encuentra acantonado el Batallón Córdoba y unos de los señuelos es el Castillo de San Fernando el cual, por sus condiciones de deterioro y su difícil acceso no representa, por ahora, ningún valor de tipo turístico.

 

El Ejército, también desde tiempo atrás ha venido manifestando que el acceso del mencionado castillo en ninguna forma puede pensarse a través de las instalaciones del Batallón Córdoba, porque ello implicaría una servidumbre de tránsito bastante perturbadora del orden interno de la unidad. La solución, a juicio de este Ministerio, está en hacer la vía ya comenzada que permita el acceso al castillo de San Fernando y habilitaría para el servicio de playa Lipe.”

 Por ello, no hubo permiso para el paso de materiales y trabajadores por la zona militar en ese entonces, decisión revertida cinco años después y pudieron ejecutarse los trabajos. (imagen 2)
Facsímil del oficio del ministro de Defensa Nacional, general Luis Carlos Camacho Leyva a Enrique Vargas Ramírez, ministro de Obras Públicas, Bogotá, 10 de junio de 1980.

 Declaratorias de los fuertes del Morro y San Fernando como Bienes de Interés Cultural.

Al médico Arturo Bermúdez Bermúdez lo acompañé en su solitaria lucha desde 1986, cuando acudí a él porque preparaba mi proyecto de grado La restauración del fuerte del Morro y su puesta en valor, él inició para aquella época la gestión de declaratoria del fuerte de San Fernando como Monumento Nacional (término que cambió a Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional desde 2008), mediante Decreto 273 del 20 de noviembre de 1989, acto administrativo expedido por el Consejo de Monumentos Nacionales (hoy Consejo Nacional de Patrimonio Cultural). Años más tarde, me encomendó la tarea de proseguir la recuperación de las fortalezas, entregándome la dirección de la Asociación de Amigos de los Fuertes de Santa Marta, pues sus esfuerzos se centraron en la organización del Archivo Histórico. Mi primera gestión fue la declaratoria del fuerte del Morro como Monumento Nacional), mediante Decreto 1803 del 19 de octubre de 1995.

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Concesión del islote, contrato de administración y de restauración de ambas fortalezas.

Una vez declaradas ambas fortificaciones como Monumento Nacional, mi segunda tarea fue hacerlas visibles para el Estado, llevando a inscribirlas al registro de inmuebles propiedad de la Nación, ese trámite fue largo porque implicaba esperar la certificación con varias entidades que los fuertes no estaban bajo su custodia, ni eran de su propiedad. Corría 1996, me propuse realizar tres gestiones para abrir el sitio al turismo. La primera obtener la concesión del islote del Morro ante la Dimar, la segunda, conseguir el contrato de administración de ambas fortificaciones ante la Subdirección de Monumentos Nacionales, adscrita al Instituto Nacional de Vías del Ministerio de Transporte, similar al que mantenían con la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena; y la última gestión, inscribirlos en el Banco de Proyectos del Planeación Nacional con el fin que les asignaran recursos para su restauración. (imagen 3) (imagen 4)

Acta de entrega formal de las áreas concesionadas en la isla del Morro de Santa Marta a la Asociación de Amigos de los Fuertes de Santa Marta, durante la presidencia de Álvaro Ospino Valiente.Acta de entrega formal de las áreas concesionadas en la isla del Morro de Santa Marta a la Asociación de Amigos de los Fuertes de Santa Marta, durante la presidencia de Álvaro Ospino Valiente.



Contrato de administración, conservación y mantenimiento de los inmuebles propiedad de la Nación denominado “fuerte del Morro”, ubicado en la bahía de Santa Marta con un área de ocupación dentro de la isla del Morro de 3.00 M2 y Fuerte San Fernando, ubicado en la misma bahía con un área de ocupación de 23.31 M2, destinados a fines turísticos, culturales y recreativos.
Contrato de administración, conservación y mantenimiento de los inmuebles propiedad de la Nación denominado “fuerte del Morro”, ubicado en la bahía de Santa Marta con un área de ocupación dentro de la isla del Morro de 3.00 M2 y Fuerte San Fernando, ubicado en la misma bahía con un área de ocupación de 23.31 M2, destinados a fines turísticos, culturales y recreativos.

 

Realizadas favorablemente estas diligencias, la Subdirección de Monumentos Nacionales, nos invitó a tres arquitectos a presentar propuesta técnica y económica para realizar los estudios técnicos y obras de restauración de ambas fortificaciones, saliendo favorecido por mi amplio conocimiento en el tema. Contrato que se me hizo eterno por tres años, porque me encontré envuelto en la transición de la creación del nuevo Ministerio de Cultura, cuyas propuestas estudiadas por el Consejo de Monumentos Nacionales fueron devueltas con unas observaciones desfavorables para nuestro propósito.

 

Contexto de las fortificaciones de Santa Marta: arquitectura militar colonial única en el Caribe.

Con el dominio ejercido en los territorios del Nuevo Mundo por la Corona española y la actividad comercial monopolizada con la creación de la Casa de Contratación de Sevilla en 1503, surgió la preocupación más importante: defender sus posesiones territoriales. Las presiones externas por apoderarse del monopolio económico por parte de Inglaterra, Francia y Holanda, se tradujo en los constantes ataques de corsarios y piratas a las ciudades puertos en el área del Caribe, forzando a España a levantar un rosario de obras defensivas. Por ello, en nuestra ciudad se erigieron durante la época de colonia española, las siguientes fortificaciones en la bahía de Santa Marta: fuerte de San Juan de las Matas (1602), fuerte de San Vicente (1644), fuerte de Nuestra Señora de la Caridad o de Betín (1663), fuerte de San Antonio (1719), fuerte de San Fernando (1725) y fuerte de la isla del Morro (1739, 1762, 1778) y dos torres de vigilancia. De estas seis fortalezas sólo dos se resisten a desaparecer, son ellos los fuertes de San Fernando y de la isla del Morro que se constituyen quizás en los únicos ejemplos de la fortificación abaluartada no reglada en el Caribe, pero con seguridad en nuestro país; este ejemplo podemos observarlo en los fuertes de San Fernando de Santa Marta y Cartagena que difieren en su lenguaje arquitectónico. (imagen 5)

Los tratadistas decían que las fortificaciones de un puerto, tenían como objetivo principal resguardar bajo sus fuegos las flotas y sus cargamentos, de ahí que la Corona española se preocupara en dotar de grandes fortalezas regladas, por lo tanto, costosas en aquellos puertos del Caribe, colectores de entrada y salida del tráfico comercial y de los flujos de plata, como San Juan (Puerto Rico), Santo Domingo (República Dominicana), La Habana (Cuba), Veracruz (México) y Cartagena (Colombia). Santa Marta excluida de las rutas, es separada de las prioridades del sistema defensivo americano. Al no haber ningún interés económico sus fortificaciones no serán regladas conforme a los tratados del Arte Militar y van a diferir de sus homólogas del Caribe. Los monarcas Carlos III y Carlos IV determinaron la “defensa por indefensión”, esto es, entre menos fortificada estuviera, resultaría menos codiciable para el enemigo. Estas razones económicas y políticas fueron determinantes en la concepción, erección y evolución de nuestras fortificaciones y revela los condicionamientos que pesaron sobre los ingenieros militares en el momento de dictaminar, proyectar y construir obras de fortificación. En lo artístico estas fortificaciones se caracterizaron por su traza irregular, no reflejaron en su lenguaje arquitectónico los períodos artísticos de la fortificación abaluartada a plenitud.

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La realidad poliorcética de Santa Marta, se basó en un círculo incompleto: si había fortificaciones, la artillería estaba en mal estado. Si había artillería y municiones, las fortificaciones se hallaban deterioradas por culpa del enemigo o por acción de los temporales. Si las fortificaciones se hallaban en regular estado, había escasa artillería y municiones o los soldados no recibían su paga a tiempo.

 

Fuerte de San Fernando: reseña histórica.

Antes de entrar a explicar el proyecto de restauración de esta fortificación, es preciso contextualizarlos con una breve reseña histórica de la misma. Con motivo de unos desembarcos por parte de piratas holandeses en playa Lipe iniciando el siglo XVII y las incursiones enemigas a finalizar esa centuria por las abras de Santa Ana, el gobernador Juan Beltrán de Caicedo ordenó la construcción del fuerte de San Antonio en 1719 y el fuerte de San Fernando en honor al rey Fernando VI en 1725. La importancia estratégica del San Fernando radicaba en el cierre inconcluso del sur de la bahía para taponar los desembarcos, inicialmente construye una simple explanada amurallada, dotándola con cuatro cañones y cortando el cerro iniciaron un pequeño cuartel. Luego en 1743, el ingeniero militar Antonio de Arévalo atronera la muralla para cruzar fuego con el fuerte del Morro y construye una vigía en lo alto del cerro. (imagen 6)

 

Cierran el ciclo de obras del gobierno español, los almacenes de pertrechos, pólvora y cocina de Agustín Crame en 1778. Con el advenimiento de la época republicana el fuerte entra en un periodo de obsolescencia y abandono, hasta que, en 1946, la Junta de Monumentos y Tradiciones de Santa Marta dirigida por José Manuel Conde y el catalán Isidro Escofet, lo recrean con una torre medieval que aún conserva. De este fuerte existe un mito desde hace mucho tiempo, se comenta la existencia de un kilométrico túnel que lo comunica con la florida de San Pedro Alejandrino, noticia que descartamos porque son dos edificaciones que toman importancia en diferentes épocas; además, el nivel freático es demasiado alto y dificultaría una obra de ingeniería que resultaría siendo demasiado costosa para una ciudad tan pobre. (imagen 7)


Fuerte de San Fernando: propuesta de restauración.

La propuesta de intervención del fuerte de San Fernando consistía en pañetar con argamasa de cal toda la mampostería o fábrica de ladrillo y piedra, puesto que el revestimiento fue desapareciendo con el paulatino accionar de la brisa salina que actúa de manera constante como un disco abrasivo desgastando los materiales. A pesar que la función del pañete es proteger la mampostería de los agentes externos (brisa, lluvia, sol, intemperie, la gente ociosa, etc.), esta no fue aceptada, argumentando “que la mampostería en piedra y ladrillo revelaba una hermosa lectura”. No convenció el hecho de mostrar los testigos de pañete que aún se conservaban en la base de sus muros, ni el argumento que todas las obras hispanas estuvieron pañetadas, ejemplo las murallas de Cartagena. Todo a sabiendas del riesgo que representaba tal decisión, como el inexorable tiempo lo demostraría: hoy la torre y el cuartel del San Fernando están en el suelo. Por otra parte, se debe crear un plan para frenar la erosión del cerro de la Pedrera que afecta la conservación del fuerte de San Fernando, piedras que se desprenden bajan a toda velocidad por gravedad rompiendo las tejas de barro del cuartel. (imagen 8)

 Fuerte de la isla del Morro: reseña histórica.

Durante los siglos XVI y XVII, este promontorio rocoso no hizo parte del sistema defensivo de la bahía de Santa Marta, solo en el siguiente siglo, el ingeniero militar Antonio de Arévalo lo consideró de gran importancia defensiva y construye la batería alta de Santa Ana para morteros (actual faro) en 1743, e inicia la batería baja de San Carlos (explanada y edificios militares), obra que continua Antonio de Narváez en 1762 y perfecciona el brigadier Agustín Crame con cuarteles, cocina, cisternas y garita en 1778; luego en 1840, el ingeniero militar Andrés del Castillo repara los cuarteles. Su importancia estratégica era defender las dos entradas a la bahía cruzando fuegos con los fuertes de San Fernando y San Antonio. Como sucesos históricos durante la independencia, tenemos la explosión del almacén de pólvora, muriendo parte de la guarnición y prisioneros samarios que luchaban por la independencia en 1812. Dos años después, hay una fuga de veinticinco patriotas y diecisiete guardias que los custodiaban; por último, las descargas de salva cada media hora durante el duelo por la muerte del Libertador en 1830. Al acabarse la guerra por la independencia de España, destacan una guarnición que anunciaba la aproximación de los barcos como apoyo a la Capitanía de Puerto, puesto de observación de las embarcaciones que surcaban este litoral, proponiendo en 1869, un sistema de señales para informar el tipo de nave, bandera, uso y las intenciones de ingresar; también se instala el primer faro el mismo año. En la siguiente década, el Morro entra en un trance de abandono y obsolescencia cuando abren la aduana en Barranquilla y todo el tráfico comercial pasaba de largo propiciando una fuerte inmigración de familias de comerciantes samarios a aquella ciudad.  (imagen 9) (imagen 10)



Imagen 10
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Fuerte de la isla del Morro: propuesta de intervención.

Respecto al proyecto de restauración del fuerte del Morro, no permitieron reconstruir los edificios militares utilizando los muros abatidos y reciclando el abundante material (ladrillo y piedra), en cambio sugirieron la consolidación de las ruinas con materiales químicos. Solo aprobaron recuperar la explanada de casi novecientos metros cuadrados con argamasa de cal y piedra china con las técnicas utilizadas de hace trescientos años, para ello, recurrimos a unos oficiales de albañilería capacitados en la Escuela Taller de Cartagena; hoy día esos trabajos aún se conservan. (imagen 11) (imagen 12)

Imagen 11
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Imagen 12
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Los que visitan este sitio sienten las mismas sensaciones al subir las casi trescientas escalinatas, primero desean guarecerse del implacable sol y sentarse a descansar luego de ese difícil ascenso y acto seguido ingerir una bebida fría. En esas condiciones sin poder tener unos espacios cubiertos y adecuados era imposible ofrecerlo al turismo. Durante una visita de la ministra María Consuelo Araujo en 2004, sugerí la construcción de una sobrecubierta provisional en concreto (sé que el concreto no es compatible con un bien de estas características, pero hacerla en lámina de zinc u otro material similar era en vano debido a la fuerte brisa), por ello, era recomendable un material resistente que propendiera por su conservación, mientras se decidía que se haría con esas ruinas. El propósito de esta sobrecubierta era proteger los pisos descubiertos de los edificios militares, luego de retirar el relleno de casi setenta centímetros de espesor durante la investigación arqueológica, material que se fue acumulando durante casi un siglo de abandono. (imagen 13)

Imagen 13
Imagen 13

 

Al igual que en el San Fernando, se sugirió la consolidación química de las ruinas que a la vista de todos nos recuerda el abandono que la Corona española mantuvo a esta ciudad, diferente a la conservación de ruinas de edificaciones griegas o romanas donde se aprecian partes de detalles de un capitel, la hoja de acanto o el fuste de una columna. En dos oportunidades se les envió el presupuesto y nunca hubo respuesta por parte del Ministerio de Cultura; lo extraño es que a la Casa Natal de Gabriel García Márquez en Aracataca se le permitió la reconstrucción de parte del inmueble conforme a testimonios y recuerdos de familiares. Está decisión me condujo a un desanimo y la Dimar nos declaró el incumplimiento de la concesión por no haber realizado las obras de recuperación del fuerte, quedando allí el sueño por recuperar una parte de nuestra historia e incorporarlo a la vida turística y cultural de esta ciudad.


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Durante la última visita que realizamos en octubre de 2019, pudimos observar que taponaron el conducto por donde bajan las aguas lluvias que se recogen en la antigua batería alta de Santa Ana y corren por gravedad al aljibe a prueba de bombas. Con tristeza comprobamos la ociosidad del ser humano al tomarse el trabajo de arrojar hacia el mar el viejo cañón de época de inicio de la república, que permaneció por más de un siglo en ese sitio. El cañón (patrimonio mueble de esta ciudad) pesa alrededor de una tonelada, ello requirió por lo menos de seis hombres para poder moverlo, por fortuna quedo atrancado unos quince metros abajo entre la maleza y parte de la roca. (imagen 14)

Imagen 14
Imagen 14

 

La propuesta de puesta en valor de ambas fortificaciones.

La política cultural de puesta en valor es consecuente a la recuperación de un bien de carácter patrimonial, significa darle una nueva función social en nuestra época. Es otorgarle una segunda vida y ponerlo en modo de funcionalidad o productividad, en este caso es asignarles a las fortificaciones su lugar en la principal actividad económica de la ciudad, como es el turismo. Al fuerte del Morro le adecuaríamos sus edificios militares donde podríamos exhibir exposiciones itinerantes relacionadas con la época del año: Carnaval, Semana Santa, fiesta del Mar, temporada turística, etc. El San Fernando dada su cercanía con la zona militar del batallón Córdoba y la Primera División del Ejército, dotarlo con la museografía de la época colonial y una muestra de la evolución de las armas y técnicas de guerra; su puesta en valor podría ir acompañada con el desarrollo turístico de playa Lipe.

 

El Paisaje Cultural de las fortificaciones de la bahía de Santa Marta

A partir de las dos fortificaciones con posibilidades de restaurar (fuertes del Morro y San Fernando), los dos vestigios de trazas perceptibles dentro del mar (fuertes de San Juan de las Matas y San Vicente), que anteriormente estuvieron situadas en su orilla puesto que la erosión de la playa ha desaparecido una franja de alrededor de noventa metros, podríamos señalizarlos con una boya sirviendo para practicar el turismo subacuático; sumado los dos vestigios para consolidación arqueológica (fuertes de Betín y San Antonio). Con todo esto podemos plantear el Paisaje Cultural de las fortificaciones de la bahía de Santa Marta, entendido como el resultado del accionar del ser humano en un territorio natural especifico, donde impacta de manera tangible y le otorga un valor agregado.

 

El desactualizado Plan Especial de Manejo y Protección del centro histórico de Santa Marta requiere además ampliar su área de influencia hacia el norte incluyendo el barrio Norte y Pescaito, al sur cobijando el barrio El Prado y hacia el oeste, abarcando toda la bahía y junto al Paisaje Cultural de las Fortificaciones de la bahía de Santa Marta, podrían articularse con un plan de puesta en valor, que consiste en intervenirlos haciendo posible que éstos generen flujos sostenidos de beneficios culturales, sociales y económicos para la comunidad. Conlleva a identificarlo, protegerlo, recuperarlo, interpretarlo y difundirlo. Un referente reciente es el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) formulado al acervo monumental de las fortificaciones de la ciudad de Cartagena de Indias que se dio después de elaborar una etapa de diagnóstico, cuyo análisis permitió establecer el plan de conservación y sostenibilidad de los Bienes de Interés Cultural ubicados en la bahía, junto al fuerte de San Felipe de Barajas. (imagen 15)

Imagen 15
Imagen 15

 

Se requiere diseñar un recorrido náutico por todo el Paisaje Cultural de las fortificaciones de la bahía de Santa Marta con su respectiva propuesta de puesta en valor, fomentar con los gremios del turismo la creación del festival anual de piratas y corsarios, y elaborar el proyecto de restauración y obras anexas para su accesibilidad. Desde ahora la Academia de Historia del Magdalena pone a su disposición acompañar este reto beneficioso para nuestra ciudad y su economía, aportando todo el conocimiento y documentación sobre las fortificaciones de Santa Marta.


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