Día de todos los santos, ¿qué se celebra?

Pintura de Alberto Durero que retrata a los santos.

Actualidad
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger


Esta Solemnidad es una oportunidad para celebrar la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos.

La iglesia católica celebra cada 1 de noviembre la Solemnidad de todos los santos, los conocidos y los anónimos, todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo en virtud de su esfuerzo por seguir de cerca a Jesús.

La palabra "santidad", "santo" y "santificar" viene de una raíz griega que significa "apartado para Dios". El creyente en el Señor Jesucristo es separado para Dios por el Espíritu Santo.

Origen de la celebración

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

El llamado a ser santos

El llamado a seguir a Cristo no esta reservado para personas especiales, ni condicionado. Las Sagradas Escrituras señalan que “si es santo el que los llamó, también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura: Sean santos, porque yo soy santo”, 1 de Pedro 1, 15-16.

La cita que menciona el apóstol Pedro en esta carta está en Levítico 11, 45 dice: “pues yo soy Yavé, el que los ha sacado del país de Egipto para ser su Dios. Sean, pues, santos porque yo soy Santo”. Hay otras ordenanzas relacionadas a ser santos que encontramos en Lev. 19, 2 y Lev. 20, 7.

¿A quiénes llama el Señor?

Pescadores, cobradores de impuestos, escribas, eran algunos de los oficios de los apóstoles de Jesús. A lo largo de la historia personas de todas las edades le han dicho que sí a Dios. “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final”, señala en Juan 6,44. Sin embargo, también Jesús les dijo a sus discípulos que, si un hombre tiene 100 ovejas y pierde una, deja las 99 y va por la perdida, “pasa lo mismo donde el Padre de ustedes, el Padre del Cielo: allá no quieren que se pierda ni tan sólo uno de estos pequeñitos”, Mt. 18, 14.

La buena noticia es que Jesús murió y resucitó por toda la humanidad, es decir, todos tienen acceso a la salvación y a reclamar las promesas que Dios ha hecho a los hombres. ¡El que tenga oídos, que oiga!




Publicidad