La maldición de los recursos naturales

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Escrito por:

Amilkar Acosta Medina

Amilkar Acosta Medina

Columna: Opinión

e-mail: amylkaracostamedina@gmail.com



Es evidente que el sector minero - energético ha venido ocupando un lugar de la mayor preponderancia en la economía y en las finanzas no sólo de Colombia sino de LA.

Venimos de un largo ciclo de precios altos de las materias primas que se extendió por casi una década, entre el 2003 y el 2012, pero que ya llegó a su fin. Por eso, afirmamos que nos encontramos en el cuarto menguante de dicho auge.

Con el boom minero - energético sobrevino el contagio con la enfermedad holandesa que terminó afectando a los demás sectores de la economía. Ahora tenemos una industria que a duras penas pesa el 12% en el PIB, después de representar el 22% a lo largo de los años 80; es decir que en la última década perdió 10 puntos porcentuales.

Lo propio ha ocurrido con el sector agrícola, el cual se ha encogido, pues según el Banco Mundial después de representar el 25% del PIB en 1965 pasó a representar el 6% (¡!) en 2012.

La circunstancia de la entrada en vigencia de la proliferación de los TLC en concomitancia con la enfermedad holandesa contraída ha agravado la situación para estos dos sectores. A ello se ha venido a sumar la contracción del mercado de las materias primas y la destorcida de los precios de las mismas, a consecuencia de la desaceleración del crecimiento de las economías emergentes.

El resultado de este coctel es la crisis del sector externo de la economía; según el Dane, en los seis primeros meses del año 2014, las exportaciones colombianas registraron una disminución de 4,5% con relación al mismo periodo del año anterior, mientras que las importaciones presentaron un incremento de 6,1% frente al dato de igual fecha en 2013.

Como lo advierte Andrés Espinoza "la desaceleración de la demanda externa y el buen desempeño local pueden traducirse en una ampliación del déficit en la cuenta corriente, el cual podría "ubicarse en un rango entre 3,8 por ciento y 4,2 por ciento del PIB, uno de los más elevados del mundo".

Esto es como para encender todas las alarmas y demanda de las autoridades económicas un timonazo, a riesgo de que si no se actúa a tiempo se cumpla la profecía de la maldición de los recursos naturales.