Entendiendo comportamientos patológicos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Transcurría 19434, y Abraham Maslow planteaba su teoría referente a las necesidades del ser humano, que posteriormente sintetizaría de manera magistral en su famosa pirámide, publicada en 1943.las observaciones resultantes de sus trabajos con monos fueron determinantes: en el humano unas necesidades prevalecen sobre otras, y cuanto más determinantes sean para la vida, más potentes y más importantes serán; estarán sobrepuestas a las otras en una figura piramidal.

Estas necesidades vitales fueron agrupadas en cinco grandes bloques: fisiológicas (alimentación, agua, aire), seguridad (seguridad, protección), aceptación social (afecto, amor, pertenencia, amistad), autoestima (autovalía, éxito, prestigio) y autorrealización (autocumplimiento). Naturalmente, la teoría tiene críticos y adeptos pero ilustra de manera simplista y comprensible la naturaleza del comportamiento del ser humano. estas necesidades se imbrican y relacionan dinámicamente durante la vida, definiendo así personalidades y conductas únicas e irrepetibles.

La jerarquía piramidal de maslow se aplica casi que calcada a la composición socioeconómica y cultural de las naciones. Mientras que el grueso de la población apenas sobrevive, unos pocos alcanzarán (al menos teoréticamente) la autorrealización después de satisfacer todas las necesidades vitales. en el vértice de la pirámide estarán, pues, aquellos personajes que "todo lo tienen": los grandes dirigentes, los científicos reconocidos, los profesionales exitosos, los famosos y los adinerados. si los postulados de maslow se cumplieran estrictamente, la felicidad de estas personas estuviera garantizada como algo inmanente a su triunfo social y se acabarían sus problemas: la observación empírica demuestra una realidad diferente.

dejando de lado la enfermedad y los imprevistos que puedan distorsionar la visión tan idealista como limitada del psicólogo norteamericano, tenerlo todo y "alcanzar" la autorrealización no significa el cabal cumplimiento de los objetivos vitales de las personas; siempre faltará algo, y estarán recabando permanentemente en busca de eso que nunca aparece; claramente, la realización definitiva del ser humano jamás se logra, pues siempre será un objetivo imposible de alcanzar por el cual se lucha permanentemente.

en el caso de esos grandes millonarios que "lo tienen todo" pero no se sienten satisfechos con la vida, es fácil pensar que se debaten entre las grandes ideas, la visión y la audacia como aspectos positivos, y la inseguridad, la codicia y, posiblemente, la adicción, como contraparte censurable. no de otro modo se puede comprender la necesidad de una exagerada acumulación de riquezas materiales, más allá del límite que el uso racional del dinero no traspasa.

Hay estudiosos de la etología humana que clasifican esos comportamientos como adicciones, situadas en los genes; otros hablan de conductas aprendidas, o mixtas. no hay duda alguna de que el dinero puede ser tan adictivo como las drogas, las religiones o el juego. y quizás, una dependencia bastante más destructiva. muchos grandes adinerados, que no necesariamente ricos, generan dependencia patológica de la tenencia de enormes y crecientes fortunas que, de modo similar a lo que sucede con el fármaco o el ludodependiente, no tienen cotas: cada día necesitan más y más.

Ya no les basta alcanzar una incalculable riqueza material; esta, además, viene de la mano de la adicción por el poder con todas sus secuelas, formando un círculo vicioso incontenible. las vías para llegar a las cúspides monetarias, sociales o políticas no tienen importancia para éstos obsesos; la meta siempre es un horizonte inalcanzable.

La salud y los alimentos son vitales, claro está. las relaciones sociales, el éxito en la vida, el reconocimiento o la espiritualidad, muy importantes, sin duda. Pero todo ello dentro de un equilibrio adecuado, todo en su justa medida. Tal vez en ciertos momentos y circunstancias haya superposición de uno de estos aspectos por encima de los otros, pero nunca se debe perder el norte, pues la codicia es uno de las conductas más lesivas para el individuo y su entorno.

Notícula. Sin posar de adivino, expuse en esta columna lo que muchos, con lógica simple y ejercicios de análisis pragmático, pensamos terminaría sucediendo con Haití. Después del show farandulero que dejó grandes réditos a quienes posaron de humanitarios gracias al devastador terremoto, a las pocas matas ese país quedó abandonado a sus propias desgracias.

Hoy, víctima del cólera, el misérrimo país servirá de reencauche a politiqueros de todos los pelambres y sus vanidades, que anuncian el fin de las desgracias de la isla mientras gastan por toda la geografía mundial ingentes sumas de dinero en guerras y máquinas mortíferas. Los haitianos seguirán muriendo de hambre y de enfermedades inmisericordemente ante la mirada indiferente de todos los codiciosos del orbe.