Elegía por Berthica

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com

No se me da la poesía, no me salen los dísticos griegos ni los endecasílabos de la lírica española; solo puedo expresar algunas palabras sentidas con total dilección. Bertha Riascos de Del Valle —Berthica o señorita Bertha para sus alumnos— educó a varias generaciones de samarios con el ejemplo que dan las personas de bien. La recuerdo con ese cariño que se les tiene a esos seres que rebosan bondad y ejemplo.

El cerebro de un niño es una esponja que lo absorbe todo, bueno y malo; impresiona saber que en los primeros 3 años de vida puede formar alrededor de 1000 conexiones neuronales por segundo, y que en los primeros 5 desarrolla el 80% de su capacidad cognitiva; un big bang neurológico. A los 8 años, un niño cuenta con el 80% del peso cerebral. Esto nos indica que, desde el nacimiento y durante la primera infancia, es fundamental proteger ese cerebro y formarlo debidamente para que despliegue todas las destrezas y habilidades buscando su máximo potencial; la corteza cerebral madura rápidamente en esa etapa, por ello, las experiencias y los estímulos positivos tienen vital importancia para estructurar la arquitectura cerebral y alcanzar su mejor funcionamiento.

Cuatro familias en ciernes, conocedoras de los valores de Berthica, confiaron sus hijos a su cuidado; Martha Vergara, Yudy Martha González, Rodrigo Fuentes y yo fuimos los primeros alumnos del Divino Niño en acceder a la sede primigenia. Allí comenzaron en simultánea dos biografías: la de un naciente colegio que iniciaría como plataforma para que los estudiantes formados en sus aulas accedieran a niveles superior y que con el paso del tiempo ofrecería todos los niveles educativos, convirtiéndose en un referente de la educación samaria; y la de cuatro críos pioneros que abrieron caminos a sus sucesores.

Muchas generaciones han desfilado por sus aulas, tanto en la primera sede en el centro histórico de Santa Marta como en la portentosa edificación actual, donde desde preescolar hasta el bachillerato sus egresados se constituyen en modelo para nuestra sociedad.
En aquel entonces, los colegios de Santa Marta se asociaban al nombre de sus gestores; el Liceo del Caribe al profesor Guerra, el Gimnasio Santa Marta al profesor Núñez y después a su hija Lucila, y así sucesivamente. El Divino Niño es sinónimo de Berthica y la familia Del Valle. Cuidar y formar a un ser humano desde su nacimiento hasta los albores de la adultez implica alimentar cuerpo, mente y espíritu; la nutrición es fundamental para el crecimiento y desarrollo físico, la buena educación es importante para la mente y la socialización, así como el componente espiritual debe estar cimentado en valores y principios, en civismo y urbanidad. Y justamente eso fue lo que desde el principio nos inculcaron Berthica y Enrique Del Valle, su esposo, y que su hijo Enrique lidera hoy con acierto, dedicación y compromiso, elevando al Divino Niño a sitiales de respeto; hoy cuenta con la certificación EFQM, de excelencia europea.

Con Berthica desarrollé la lectura que aprendí en el Kínder de Mamá Yiya (Dilia Noguera), otra formadora ejemplar; en el Divino Niño nos reforzaron los valores inculcados en nuestros hogares, allí se ampliaron nuestras destrezas manuales y físicas, dimos los primeros pasos hacia nuestra espiritualidad, siempre de la mano de ella. Recuerdo su naturaleza bondadosa y noble; canciones y cuentos infantiles, abrazos y consuelos eran el alimento diario.
Berthica fue una de las mujeres más influyentes en mi vida, al lado de mi madre y otras que marcaron esa primera etapa vital, particularmente Rita Fernández Padilla; esos primeros tiempos de mi vida llevan esa impronta. A ellas les debo parte de mi vocación profesional, la dedicación permanente al aprendizaje, el amor al prójimo, el respeto por la sociedad, el acatamiento a sus reglas y toda una serie de valores adquiridos en el hogar y reforzado en las aulas por esas mujeres maravillosas. Berthica, como todas ellas, merece un lugar especial en el Universo.