Construir otros mundos posibles

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co

La idea moderna de los derechos humanos tiene sus raíces en tres aproximaciones dominantes: la iusnaturalista, la iuspositivista y la sociohistórica. Estas teorías ofrecen marcos diferentes para entender su origen, la naturaleza y la función en las sociedades contemporáneas.

En ese sentido, el Iusnaturalismo se fundamenta en la creencia de que los derechos humanos son inherentes a la naturaleza humana y, por lo tanto, universales e inalienables. La idea central es que existen derechos preexistentes al Estado y al orden jurídico, derivados de la propia condición humana. Filósofos como John Locke y Thomas Hobbes establecieron que la vida, la libertad y la propiedad, son anteriores y superiores a cualquier ley o acuerdo social.

Segundo, el Iuspositivismo, sostiene que no son universales ni inherentes, sino que son creados y definidos por el ordenamiento jurídico de cada Estado. Entonces, son el resultado de un proceso legislativo y dependen de la voluntad del poder político. Hans Kelsen y Jeremy Bentham defendieron que son productos de la ley positiva y no de un orden natural o divino.

Y, por último, la Sociohistórica, que entiende los derechos humanos como productos históricos y sociales, emergentes de las luchas y demandas de diferentes grupos a lo largo del tiempo. Afirmaron que no son estáticos, sino que evolucionan en respuesta a contextos específicos de conflicto y opresión. Karl Marx y Michel Foucault argumentaron que son construcciones sociales que reflejan las relaciones de poder y las condiciones materiales de cada época.

Ahora bien, las teorías críticas de los derechos humanos cuestionan, pero proponen enfoques alternativos que buscan descentrar el papel del Estado. De manera que, primero, los enfoques Relacionales destacan la interdependencia entre individuos y comunidades, subrayando que los derechos no pueden entenderse de manera aislada, sino en función de las relaciones sociales y económicas que los sostienen.

Segundo, los Decoloniales, que rechazan la universalidad de los derechos humanos tal como fueron formulados por Occidente argumentando que estos son productos de una lógica colonial que impone valores y estructuras ajenas a las culturas no occidentales.

Y, por último, los enfoques Desde Abajo sostienen que los derechos deben ser construidos desde las bases sociales, priorizando las experiencias y demandas de las comunidades marginalizadas y oprimidas. La idea es democratizar su construcción y hacer que reflejen las necesidades reales de los pueblos.

Por lo anterior, surge que desde las aproximaciones del Tercer Mundo al Derecho Internacional critican la hegemonía occidental en el derecho internacional y abogan por un enfoque que refleje las realidades y necesidades de los países que lo conforman. Su objetivo es descolonizar el derecho internacional y crear un orden mundial más equitativo y representativo.

Mientras tanto, la paz liberal hegemónica está estrechamente ligada al surgimiento de la institución estatal moderna: La Pax Romana estableció un modelo de dominación imperial basado en la idea de un orden civilizatorio impuesto por la fuerza. La Paz de Westfalia marcó el nacimiento del sistema de Estados soberanos, donde la paz se entendió como un equilibrio de poder entre naciones. Finalmente, la Paz Perpetua de Kant, la articuló como un ideal alcanzable a través del derecho internacional y la cooperación entre Estados republicanos. Juntas, han cimentado la estructura de la paz liberal, que se sostiene en la hegemonía del Estado y la primacía del derecho internacional moderno.

Pero, el panorama decolonial rechaza la paz liberal hegemónica y aboga por procesos que valoren las cosmovisiones indígenas, afrodescendientes y campesinas, reconociendo sus formas de justicia, reparación y reconciliación. En Colombia, estas ideas han cobrado fuerza en la construcción de una paz más inclusiva y participativa, que va más allá de la mera ausencia de conflicto armado y busca transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad y la violencia.

Para concluir, mientras que las aproximaciones dominantes han fundamentado la idea moderna de los derechos, las teorías críticas nos invitan a repensar estas nociones desde nuevas perspectivas reconociendo la necesidad de un cambio que permita imaginar y construir otros mundos posibles.