Bullerengue, sus artistas y festivales

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Hace 50 años, cuando Pambelé se coronó como nuestro primer campeón mundial de boxeo, Colombia y el mundo supieron que existía una ignota población llamada Palenque anclada en más de tres siglos de orgullosa historia. Pocos años después, “la niña” Emilia hizo conocer internacionalmente el bullerengue con éxitos como “Coroncoro”, “Cundé, cundé, cundé” y muchos otros. Surgieron artistas famosos como Irene Martínez, Petrona Martínez, Etelvina Maldonado, Eulalia González, Pabla Flórez y el Sexteto Tabalá, con Batata a la cabeza, entre muchísimos artistas. Totó la Momposina daba a conocer nuestro folclor en Europa; gaita, cumbia, porro, mapalé y bullerengue enriquecieron su repertorio, que tuvo su gloria cuando Gabo recibió el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo. Ya Graciela Salgado era famosa como artista del lumbalú, cantadora, improvisadora, compositora y tamborera, artes que heredó su hija, La Burgos. No obstante, poco reconocimiento ha tenido en los medios esta bella expresión originada en esta región de los Montes de María. Hoy, la región bullerenguera se extiende desde la depresión Momposina hasta el Urabá antioqueño y el Chocó en Colombia, y hasta Panamá.

En el 29° Festival del Bullerengue en Marialabaja, Bolívar, gozamos de una magnífica muestra expresada en 23 fantásticas agrupaciones del mapa bullerenguero, así como las de representaciones de Medellín, Bogotá, Barranquilla y Londres, con la extraña ausencia de Palenque y otras poblaciones cercanas. Además, un artista senegalés, maestro de los tambores africanos, quien deleitó al público con sus habilidades, pedagogía y presentación en tarima con otros cantadores, bailadores y tamboreros del festival. Sencillamente espectacular.

Sin embargo, hubo lunares incomprensibles. Se incumplieron los horarios y los tiempos de los participantes, así como desviaciones del reglamento que afectaron la impecable expresión artística. Un programa ambicioso que exprimió demasiado a los grupos participantes: durante 3 días, desde las 10 de la mañana a 32 °C hasta las 3 de la madrugada, trajín que pone en riesgo la salud de los artistas y afecta la calidad del espectáculo. Al final de las presentaciones, muy pocos espectadores. La logística falló en aspectos como el transporte, los alojamientos y otros asuntos importantes. Desde luego, esos errores generaron malestar en los artistas y en el público, solventados con paciencia y comprensión. Incluso, la organización había publicado un comunicado quejándose de la intromisión de los politiqueros (nunca fallan…), algo meramente cultural. Finalmente, apareció un limitado apoyo de la Gobernación de Bolívar. La difusión previa al evento fue escasa; los medios de comunicación nunca aparecieron. Telecaribe canceló su participación. Podrían exponerse otras fallas importantes.

La próxima edición del festival merece una versión acompasada con la importancia del bullerengue. El Ministerio de Cultura debe apoyar al comité organizador, apartar a los politiqueros, conseguir patrocinadores importantes relacionados con el arte y el folclor, financiar totalmente la logística de los grupos participantes y prever estipendios compensatorios; los bullerengueros no son profesionales de la música; participan por verdadero amor al arte. Además del Reinado, puede realizarse un festival gastronómico bien organizado con el apoyo del mundo gastronómico, y promover el desarrollo de casas-hotel para mejorar la disponibilidad de alojamientos; en fin, mucho por trabajar. Es fundamental la socialización y difusión de estos festivales a través de los grandes medios como se hace con otros certámenes colombianos de esta naturaleza. Hay otros festivales de bullerengue en que también merecen reconocimiento y apoyo; Puerto Escondido, Necoclí y Marialabaja, principalmente.

El bullerengue vive, ebulle y va por más, pero solo no puede. El apoyo institucional sin politiquería es el oxígeno que le permitirá crecer allende sus fronteras geográficas. Hay que presentar el bullerengue en los eventos oficiales (no todo es vallenato y reguetón), profesionalizar esta hermosa expresión con todos los apoyos posibles, y darlo a conocer el exterior, donde ha despertado inusitado interés gracias al trabajo de ese grupo de pioneros colombianos en Londres, Akolá Tambó, que se ha extendido el bullerengue a Dublín, Barcelona y otras ciudades europeas. Ministra Patricia Ariza, el balón queda en su campo