Minerales estratégicos

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



No hace mucho, el mundo sufría por el coronavirus, vino la crisis de contenedores, después la escasez de los semiconductores, más tarde la guerra de Ucrania, el alza desmesurada de los combustibles fósiles, la consecuente inflación y, como no, un inminente desabastecimiento de ciertos minerales considerados estratégicos. Ya no se trata del coltán ni de las tierras raras: ahora son el níquel, paladio o neón, principalmente, materiales indispensables en la industria automotriz, específicamente, en la electromovilidad.

Tuvo que estallar un conflicto para entender la interdependencia entre los distintos países, que no se limita a estos minerales sino a otros productos llamados commodities en la jerga económica, que se han resentido debido a la confrontación entre Rusia y Ucrania. Mas de 30% del trigo mundial y casi el 20% del maíz provienen de esos dos países. Rusia es el segundo productor mundial de petróleo, el primer exportador de gas a Europa; provee el 6% de aluminio y el 7% del níquel mundial. En general, el alza en los precios del petróleo y el gas afecta principalmente a Europa, que ha visto incrementos impensados en el precio de los combustibles y, por ende, en los alimentos de uso cotidiano. Es el mayor aumento visto por el mundo desde la Guerra del Golfo; el déficit podría estar alrededor de 5 millones diarios de barrilles que impulsarían el costo del barril a unos USD 200.

Ucrania, aquel desconocido ilustre del que tanto dependíamos sin saberlo, es uno de los principales proveedores del gas neón, utilizado en la producción de semiconductores en Europa, específicamente en los láseres de alto rendimiento; para completar, el paladio y el níquel se importaban desde Rusia. El paladio se emplea en los catalizadores de motores a gasolina; Rusia es el segundo productor mundial de paladio, con una cuota del 38%, después de Suráfrica, 39%. Desde 2015, su precio sube de manera sostenida; de USD 1800 la onza antes de la invasión rusa pasó a USD 2270. De cualquier manera, el mercado mundial del mineral es deficitario desde antes de la confrontación y la mayor escasez provocará una reducción en el ritmo de producción de los catalizadores, obligatorios en los carros. Por ahora, debido a la complejidad de producirlo, el paladio escaseará y las pocas reservas se agotarán en el corto plazo si la guerra continúa.

El níquel había bajado de precio, pero Rusia es el tercer productor mundial del metal: tampoco será fácil compensar en pocos meses la entrega del mineral, empleado no solo en aleaciones sino en la fabricación de baterías iones de litio, de modo que las sanciones a Rusia implican directamente un aumento en el precio de los automóviles eléctricos, pero también se ralentizará la reducción en la fabricación de vehículos a gasolina y, consecuentemente, en el control de las emisiones de gas carbónico. Claro, también hay un ganador: China, que comprará la producción rusa a precios favorables. Una opción obvia sería buscar otras fuentes en Indonesia o Filipinas; pero, por un lado, las enormes distancias implican un incremento en la huella de carbono y costos; por el otro, se incrementará la dependencia de China, pues sus empresas juegan un papel fundamental en la extracción y producción de estos minerales.

Queda otra salida: promover nuevas tecnologías en la fabricación de baterías si el conflicto en Ucrania persiste; pero tampoco es una solución inmediata. Por ahora, podría ganar popularidad el uso de polímeros de iones de litio; pero, como toda tecnología nueva, implica un tiempo para lograr mejorías significativas a corto plazo, asumir costos elevados mientras se logra rentabilidad suficiente, implementación de tecnologías que la utilicen, implementación de una cadena de valor por todo el planeta que va desde la fabricación hasta los puntos de venta y disposición final de los desechos, pasando por la distribución, todo un proceso de alta complejidad. Por ahora, queda desear que termine el conflicto y las aguas retornen a su nivel.


Más Noticias de esta sección