La gran renuncia

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



No se emocionen. No se trata de la dimisión de funcionario público alguno; ya quisiéramos la dimisión de varios. Se trata de la aparentemente inconcebible renuncia a sus puestos de trabajo por parte de ciudadanos del primer mundo, especialmente en los Estados Unidos, justamente cuando los trabajadores de países menos avanzados intentan conservar sus empleos en medio de una crisis económica imprevista. El drama es que a los empleadores les está costando mucho trabajo llenar las vacantes, incluso mejorando significativamente los salarios. Empezaron los trabajadores de la salud y profesores, siguieron otros sectores de la economía y casi que se generalizó el abandono laboral. Cuatro millones de trabajadores abandonaron sus puestos en un año, un 2.7% de la fuerza laboral estadounidense.

En 2020, el desempleo en los Estados Unidos alcanzó cifras escalofriantes, casi el 15%. La recuperación económica impulsada por el gobierno no atrajo a muchos desempleados; prefirieron quedarse en sus casas viviendo de los subsidios estatales. ¿Qué está sucediendo? El profesor Anthony Klotz sugiere algunas causas: la pandemia retrasó renuncias que estaban en camino y estas se dieron posteriormente.

Un factor importantísimo es el agotamiento laboral; el exceso de trabajo en muchas organizaciones les restó tiempo a los empleados para compartir en familia. El teletrabajo mejoró este aspecto, pero no fue la solución; hubo mayor índice de “burn out” en estos tiempos que en el pasado reciente. Las epifanías también han influido; la revaluación de las vidas, trabajo incluido, ha causado un cambio hacia trabajos más emocionantes y satisfactorios, o de ciudad, inclusive; lo recientemente abandonado se revela menos importante. Además, hay una importante franja de trabajadores acostumbrados ahora al teletrabajo a quienes regresar a la actividad presencial les causa rigidez laboral; perder esa nueva libertad no les llama la atención. De hecho, la inmensa mayoría de ellos prefiere seguir laborando de modo remoto.

En la actual crisis, muchos trabajadores no formales renuncian por malas condiciones laborales y salariales. En Estados Unidos, la alta demanda de trabajadores generada por la reapertura de sectores como el restaurador, el hotelero y el del ocio no puede ser saciada aun con mejoras salariales significativas; la rotación es altísima, pues mejores salarios no bastan. Las empresas diseñan mejoras y otros atractivos para retener a sus mejores empleados y encontrar nuevos talentos. Quizás muchos de ellos renuncien después a menos que encuentren las condiciones que buscan. Las nuevas formas híbridas de trabajo podrían satisfacer a las partes.

Probablemente la búsqueda de la felicidad, la crisis actual y la sobreabundancia material de estos tiempos hayan girado los ojos hacia Epicuro. Nuestra sociedad ha desarrollado todo lo inimaginable en busca de la felicidad, pero esta no existe realmente. Según plantea Hahari en “Homo Deus”, hay momentos de placer que, biológicamente, nos satisfacen momentáneamente y después nos regresan a estados anteriores. Decía el de Samos que la búsqueda desmesurada del placer nos puede hacer más desgraciados que felices. Buda iba más lejos: afirmaba que la búsqueda del placer es la raíz del sufrimiento. Cuando vemos que en estos tiempos cualquier situación imaginable puede ser satisfecha por un objeto o una experiencia, observamos también que ello no ha conducido a la felicidad, al menos en estos tiempos. Estamos hechos para experimentar ciclos de placer y tranquilidad o dolor. El placer permanente tampoco existe.

Así las cosas, es importante balacear las cargas; las empresas deben generar flexibilidad entre el trabajo presencial y el virtual, mejorar las condiciones salariales y el ambiente laboral. El trabajo perfecto no existe tampoco; corresponde al trabajador buscar una labor que le satisfaga y trabajar mancomunadamente con los empresarios. Los gobiernos han de propiciar esos encuentros. Me pregunto si como especie o sociedad debemos repensar nuestras relaciones familiares, sociales o laborales y, como decía Siddhartha Gautama, reducir las expectativas vitales y la búsqueda de felicidad en lo externo y dedicarnos más a nuestro interior y a las relaciones humanas. El materialismo y el consumismo pueden esperar.