De mal en peor

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Escrito por:

Amilkar Acosta Medina

Amilkar Acosta Medina

Columna: Opinión

e-mail: amylkaracostamedina@gmail.com



“Quienes sufren en una crisis son quienes no jugaron ningún rol en crearla”: Stiglitz.

Mientras el mundillo de la pequeña política se agita y se dan los primeros escarceos de la contienda electoral de cara a las elecciones al Congreso y a la Presidencia de la República en 2022, el país se debate entre el anunciado rebote del crecimiento de la economía por parte del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, después de la profunda recesión del 2020, y el rebrote de los contagios y víctimas fatales del Covid–19, que según lo informa el ministro de Salud, Fernando Ruíz, nos está llevando a un nuevo pico epideomológico que, aunque previsto, no es menos desconcertante.

En momentos en los que cunde la desazón, el desconcierto y la incertidumbre a consecuencia de la crisis pandémica, el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, le ha revelado al país unas cifras verdaderamente aterradoras, espeluznantes, que delatan la preexistencia a la misma de la pandemia de la pobreza y la desigualdad en Colombia, taras estas que se han visto exacerbadas y de qué manera este año, aciago para nuestro país. Ello es tanto más preocupante como alarmante, habida cuenta que es la población vulnerada y vulnerable la que está llevando la peor parte de esta hecatombe.

Como es bien sabido, desde el año 2012 venía disminuyendo el índice de pobreza monetaria en Colombia, hasta que tocó fondo en el 2018 cuando alcanzó el 34.7 %. A partir del 2019 se revirtió dicha tendencia, registrando el 35.7 %, 1 punto porcentual más elevado con respecto al año anterior.

Según el Dane, en el 2019, 661.899 personas cayeron en la trampa de la pobreza, para completar los 17´470.000. Vamos de mal en peor. Pero estamos hablando del promedio nacional, en el cual se confunde el valle con la colina, ya que al escarmenar y aterrizar las cifras en los territorios se ponen de manifiesto unas aberrantes desigualdades en la afectación, las que se denominan eufemísticamente “brechas”.

En efecto, en contraste con el promedio nacional, el mismo índice de pobreza monetaria en el Chocó, en la región Pacífica, también promediando la cifra, pasó del 61.1 % al 68.4 % (¡!); y el de La Guajira, en la región Caribe, del 53.7 % al 61.8 % (¡!). Según el DanE, en cuanto al índice de pobreza extrema, el promedio nacional pasó del 7.2 % al 9.6 %, 2.4 puntos porcentuales más, lo cual se tradujo en que un número de 728.955 personas pasaron de la pobreza a la indigencia, para un consolidado de 3.5 millones (¡!).

Por su parte, los departamentos de Chocó y La Guajira registraron el 36.8 % (¡!) y 33.5 % (¡!), respectivamente, superando el 34.5 % y el 26.7 %, en su orden, del año 2018, en pobreza extrema.

Y no hay que perder de vista que cuando hablamos de la pobreza, sabemos que esta es una condición que se caracteriza porque la persona no tiene cómo valerse por si misma para que sea llevadera su congrua subsistencia. ¡Y ni hablar de la pobreza extrema!