El turismo ha sido uno de los sectores de la economía mundial con mayor afectación por efectos de la emergencia del Covid-19. Antes de esto, dicha actividad se había convertido en una apuesta socioeconómica estratégica para dinamizar el desarrollo en países y regiones.
De acuerdo con el informe de la Organización Mundial del Turismo (OMT), durante el año 2019, en el mundo llegaron 1500 millones de turistas internacionales, lo que se reflejó en el mercado nacional con cifras record como lo anunció el MinCIT: “el número de visitantes no residentes que llegaron al país fue de 4.515.932, un crecimiento del 2,7 % con respecto a 2018.
También fueron positivas en ocupación hotelera que alcanzó el 57,8%, en ingresos nominales de las agencias de viajes con un incremento del 3,7 %, en ingresos de los hoteles con un aumento del 10,6 %, en conectividad internacional con 17 nuevas rutas y 39 nuevas frecuencias internacionales, y en pasajeros movilizados nacional e internacionalmente, que alcanzó los 41,2 millones de pasajeros”
Estas cifras, ahora pueden parecer parte de un periodo remoto por los cambios que impondrá operativamente el Covid-19 para el turismo, sin embargo, no dejan de ser un importante referente del potencial que Colombia aún tiene por explorar. El Covid-19 será un desafío que, solo economías con suficiente y temprana capacidad de adaptación podrán convertir en oportunidad. Colombia dio su primer paso en ese proceso de adaptación para el sector turístico, al convertirse en el primer país en crear una certificación en bioseguridad: “Check in certificado, covid-19 bioseguro”. Este certificado fue reconocido por la OMT y será copiado en otras naciones del mundo. “Colombia es el primer país con el que vamos a tener este sello”, dijo Zurab Pololikashvili, Secretario General de la OMT.
Aunque, la prioridad del momento son las medidas de tipo financiero y tributario para reactivar la economía en general, concretamente para el sector turístico, superar este abrupto golpe, requerirá un esfuerzo mayor desde los sectores público y privado. Recuperar la confianza del turista implicará mejorar condiciones en la plataforma de servicios y mayor efectividad en el marketing para promover la oferta.
En el caso particular de Santa Marta el desafío es mayor, pues la incidencia de este sector en la economía local es significativa. Frente al nuevo escenario, la ciudad debe replantear la tendencia de turismo masivo que promovía en sus distintos atractivos, y en su lugar, estimular la diversificación de la oferta. Es oportuno planificar y ordenar actividades a través de acciones tales como: capacitación del sector frente a nuevas dinámicas del mercado, diseño de políticas de estímulo para la inversión y generación de empleo, definición de capacidad de carga de atractivos naturales, entre otras.
Los empresarios por su parte, deben hacer uso de toda su creatividad para reinventar su modelo de negocios de manera que este genere sustentabilidad financiera y armonice ambientalmente con el entorno.
La innovación será la piedra angular de la adaptación del sector. Un ejemplo para considerar al respecto es el caso de España, uno de los países más golpeados por el Covid-19, pero donde el turismo es uno de los sectores que mayor riqueza genera en su economía. España, analiza la reactivación del turismo a partir de la oferta rural, ya que ésta es menos masificada y más amigable ambientalmente. Alternativas como estas deben ser analizadas en Santa Marta, dada la riqueza de sus entornos naturales, culturales e históricos.
El sector turístico local, en adelante deberá estar atento tanto a la competencia como a las nuevas demandas de un turista que ha replanteado las prioridades de sus expectativas frente a los destinos, atractivos y servicios. No está demás insistir en la necesidad de reforzar localmente la organización, liderazgo y solidaridad de la cadena.