Si algo caracteriza a los precios del petróleo es su volatilidad y esta está determinada por los fundamentales del mercado y/o por las viceversas de la geopolítica.
De hecho ya veníamos con una sobreoferta de crudo que presionaba el precio a la baja, lo que condujo a la OPEP y a otros 10 países más, encabezados por Rusia, que no hacen parte de ella, a hacer causa común para atajar la caída de los precios. Con tal fin acordaron desde 2017 reducir su oferta y esta medida les venía funcionando, al punto que el año anterior el promedio del precio fue de US $64 el barril.
Con lo que nadie contaba era con que en los albores del 2020 se iba a desatar la pandemia del Covid-19 que, al obligar a tomar medidas extremas por parte de todos los países para contener su avance, se afectaron las cadenas de valor a nivel global, contagiando a la economía. Hemos llegado al punto que, al limitarse la producción y circulación de personas, bienes y servicios, según la Directora del FMI, Kristalina Georgieva, “hemos entrado en una recesión igual o peor que la del 2009”. Y esta recesión, todavía en ciernes, afecta la demanda de petróleo arrastrando consigo los precios a la baja.
Como si lo anterior fuera poco, el desencuentro entre los jeques de Arabia Saudita y Rusia, impidió que se extendiera el acuerdo alcanzado, hasta el mes de diciembre y desató una guerra de precios, desplomándose hasta los US $22. Y no es para menos, luego de conocerse el anuncio de parte de Arabia Saudita de llevar su producción a un nivel record de 10.6 millones de barriles diarios para el mes de mayo. Esta semana tuvo un repunte hasta los US $34 el barril, pero muchos lo interpretan como el rebote del gato muerto, al considerar que los fundamentales del mercado impedirán que la tendencia a la baja se revierta.
Así las cosas, la economía colombiana va a tener que soportar este año un choque externo a consecuencia de la caída de los precios del petróleo muy severo, que puede llevar el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos hasta el 6 %, y acentuar el déficit fiscal e incluso a la mayor ralentización del crecimiento del PIB. En suma, este bajonazo de los precios ha puesto a la economía colombiana a sudar petróleo.
La situación se complicaría aún más el año entrante, dado que será entonces cuando se sentirá mayormente el costo fiscal, por cuenta de las exenciones y beneficios tributarios a las empresas, de la Ley de crecimiento aprobada recientemente, que se calcula en unos $10 billones y también la caída de los ingresos al fisco por concepto de impuesto de rentas, dividendos y regalías.