El golpe de las cortes

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Escrito por:

Paloma Valencia Laserna

Paloma Valencia Laserna

Columna: Opinión

e-mail: palomasenadora@gmail.com



Mucho hemos hablado de la crisis en la rama judicial. Fallos contradictorios entre una y otra corte, incluso entre salas de la misma corte. El día de antier pasará a la historia colombiana como aquel donde la justicia perdió todo sentido en Colombia.

En un mismo día, el Consejo de Estado determinó que un bandido en la cárcel conservaba su curul como congresista. ¿En que quedó el decoro requerido para un congresista? O es que pretenderán diferenciar un bandido de las Farc de un delincuente común y cambiarán en breve la terrible jurisprudencia. Vuelve un extraditable al congreso, esta vez con la ayuda de las altas cortes.

Un rato después la Corte Suprema de Justicia libera a Santrich. Hace sólo unos meses había dicho que Santrich al no estar posesionado no era congresista y no tenía fuero de Congresista, y por ello la CSJ no podía conocer de su caso. Con el solo paso del tiempo esa misma CSJ decidió que ahora si es congresista y que tiene fuero. El resultado es que le conceden la libertad a Santrich pese a dos acusaciones de la Fiscalía y una solicitud de extradición de los EEUU, con pruebas que todos los colombianos conocemos.

En la tarde, la Corte Constitucional decidió cambiar también su jurisprudencia, recudir de las mayorías absolutas requeridas para reformas importantes con impedimentos y sillas vacías. Acomodaron los números para decir que las objeciones habían sido rechazadas.

Pese a que la propia constitución en su artículo 167 precisa que para la votación de objeciones se exige la mayoría absoluta de “los integrantes de una y otra cámara”. Ahora, según la CC, con los impedidos dejan de ser integrantes (y vuelven a serlo de manera automática después). Así que en un proyecto convendrá aprobar todos los impedimentos pues con pocos votos se podrá modificar la Constitución o avanzar con leyes estatutarias.

La propia constitución dice que la nulidad de la elección da lugar al remplazo de la curul, y por lo tanto, no hay silla vacía. Esa curul debe hacer parte de la cuenta de quienes integran la cámara. Hace pocos días el Consejo de Estado decretó la nulidad de la elección de Aida Merlano al senado, sin embargo, en abierta contradicción la Corte Constitucional consideró que se debía excluirla del número de miembros del senado.

Claro que sí, agudo lector; la CSJ dijo que era congresista Santrich aún sin posesionarse; pero ese mismo día, dice la Corte Constitucional, que Iván Márquez por no haberse posesionado no es congresista y por lo tanto, se excluye de las cuentas. Así con los 47 votos se “rechazaron” las objeciones y de un tajo también varios artículos constitucionales dejaron de existir.

Nada más natural que cada ser humano tenga su posición política, pero la ética del trabajo exige que aquella se aparte para cumplir funciones. Más cuando se es juez. Por eso la justicia aparece con la balanza y los ojos vendados. El equilibrio y la ausencia de todos los juicios individuales y personales.

En nuestra Colombia los jueces fallan con los ojos abiertos para favorecer su propia posición política; a conveniencia. Se contradicen, ignoran argumentos jurídicos, prefieren las argumentaciones confusas y tramposas.

Y ante semejantes desfachateces, amigos de la causa aplauden sin ver que los pilares que sostienen nuestra institucionalidad están seriamente lacerados. Aquellos estudiosos del derecho que observan el horror guardan silencio por lealtad a la postura política que comparten. Todos le fallan al país.

Las instituciones no son las personas que las integran porque son transitorias y falibles, hoy la ley es un chiste, que se acomoda, como una caricatura del ejercicio interpretativo. Una dolorosa historia que habrá que recordar cuando las consecuencias de la pérdida institucional se hagan más factibles.