Cada último domingo del año litúrgico, la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Cristo, una festividad que simboliza el comienzo de la época de espera y expectación ante la llegada de Jesucristo.
Esta solemnidad, también conocida como la ‘Solemnidad de Cristo Rey’, es una celebración litúrgica, según el rito romano. Marcando el último domingo del año litúrgico, esta festividad tiene una fecha variable, situándose entre los días 20 y 26 de noviembre.
La festividad celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo, considerado el guía de la Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial de Dios. Jesús, al establecer su Reino, encomendó a la Iglesia la misión de transformar el mundo en amor, fortalecida con la oración de los fieles y la gracia recibida a través de los sacramentos.
Desde tiempos inmemoriales, Jesucristo ha sido denominado Rey debido a la supremacía que lo caracteriza entre todas las cosas creadas en el mundo. Este título y la voluntad de Rey le han sido otorgados por Dios, según lo reflejado en los pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento presentes en la Biblia.
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La celebración, inicialmente llamada Fiesta de Cristo Rey, fue establecida por el papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925, como se documenta en su encíclica Quas Primas. Esta decisión coincidió con el XVI centenario del I Concilio Ecuménico de Nicea, que proclamó el dogma de la consustancialidad del Hijo Unigénito con el Padre.
El Concilio Vaticano II y la posterior reforma litúrgica realizada por Pablo VI en 1969 llevaron a un cambio en el nombre y significado de esta celebración. Así, la Fiesta de Cristo Rey pasó a llamarse Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, y se celebra en el último domingo del Año Litúrgico, recordándonos la soberanía divina de Cristo sobre todo el universo.