Novena a Santa Ana

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Día quinto

María, la preciosa

ofrenda a Dios de Santa Ana

Contempla, fiel devoto, a Santa Ana, que llevó a su Hija María al templo para ser educada allí bajo el cuidado de los sacerdotes, según el voto que había hecho de ofrecer a Dios el fruto de bendición. ¡Qué magnífico holocausto hizo nuestra Santa a Dios en este día! Después de Jesús,

Dios, nada puede compararse con la grandeza y santidad de María; de aquí el mérito y valor de la ofrenda que a Dios hace Santa Ana. Y si el amor a la ofrenda realza también a la persona que lo ofrece, ¿qué madre amó jamás a su hija como Santa Ana a María? Porque nuestra amada

Santa al ver a su Hija María u oírla hablar, se le inflamaba el corazón en el amor de ella y en el amor de Dios, pareciéndose ya a los bienaventurados que ven a Dios en las criaturas, como nosotros vemos la Vida en el hombre que se mueve y obra, como dice San Agustín. Si María nos

dio a Jesús, Santa Ana nos dio a María; por tanto, escribe San Juan Damasceno, todos estamos muy obligados a los Padres de María; y como dice San Alfonso de Ligorio: Después de Jesús, María y José, los Padres de la Madre de Dios.





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