El idioma español de Colombia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cuando usamos expresiones como tomate, aguacate, chocolate, canoa, arepa, papa, ñapa, changua chingue o chaguala, las hemos traído de varias culturas amerindias al idioma castellano que impusieron los primeros españoles. Del mismo modo, biche, guarapo, malanga, guineo, ñame o coco, son contribuciones africanas. Esto se ha repetido por todo el continente, especialmente en las áreas de influencia lingüística de España y Portugal, amén de la contribución de otras lenguas como la francesa de los ámbitos académicos y culturales y el inglés británico de las élites adineradas en el siglo XIX especialmente, además de las italiana, francesa y árabe, especialmente. Con el tiempo, la fusión de las lenguas nativas con las nuevas, y las subsecuentes variaciones locales más otras expresiones lingüísticas determinan el habla regional y local de cualquier sitio.
En Colombia, el mosaico cultural es de los más variados del continente y, aunque el Alec (Atlas Lingüístico-Etnográfico de Colombia, dirigido por Luis Flórez y publicado por el Instituto Caro y Cuervo, el estudio más completo del habla colombiana) divida genéricamente a Colombia en dos grandes superdialectos (costera e insular -subregiones caribe y pacífica, y continental interior, las demás), las determinantes locales y la evolución de nuestra lengua dejan corta a dicha clasificación. Por ejemplo, únicamente menciona subdialectos como cartagenero, samario, guajiro y caribe interior. ¿Cree usted que un guajiro habla igual a un vallenato, o una monteriana igual a una cartagenera? Casi que se podría decir que el lenguaje caribeño tiene acentos, palabras y hasta construcciones tan diferentes y marcados que es relativamente fácil deducir el lugar de origen de una persona con solo escucharla hablar. Y así sucede con las diferentes regiones lingüísticas colombianas: no es lo mismo el paisa antioqueño que el quindiano o el tolimense. Dentro de Colombia, las expresiones regionales son tan marcadas que, a pesar de la globalización, a veces no nos entendemos debidamente. Por ejemplo, en las profundidades de Boyacá aún se escuchan palabras propias de la colonia española, mientras que en las urbes más dinámicas el lenguaje cambia a mayor velocidad, con dominio de neologismos y extranjerismos; si se confrontan esas formas de expresión es difícil un encuentro completo. Agregue ahora modismos locales, influencias culturales y tecnología para comprender que ahora, más que nunca, es importante un buen uso del lenguaje y una adecuada comunicación para entendernos mejor.
La Real Academia Española procura el buen uso universal del idioma, y sus filiales en los distintos países hacen igual tarea. Adoptan modismos, extranjerismos cuando no hay palabra equivalente en nuestro idioma y, en general están pendientes de la evolución de la lengua, viva y sana. Recientemente, la RAE (Real Academia Española) acogió veinte expresiones coloquiales del Caribe colombiano, de uso cotidiano, creyéndolas originarias de Barranquilla, aun cuando los caribeños las usamos desde los tiempos de María Castaña. Mire usted la riqueza idiomática que un caribeño Colombia usa a diario, léxico compartido con otros colombianos del interior y hasta de otros países como Venezuela y México: bacano, coroto, chambón, chévere, embolatar, guindar, pereque, vacile, vaina, apiñar, flacuchento, ajá, bochinche, billullo, embeleco, espernancar, foco, gorrero, ñapa, pea. Nuestra lengua castellana en versión colombiana está lejos de morir, aun con el actual parlache que inunda las conversaciones juveniles.
Apostilla 1: Vergonzoso espectáculo viene dando una parte significativa de la Corte Constitucional. Ese sacar y sacar de apestosos trapos sucios dejan mal parados a varios magistrados que parecen estar vinculados a carruseles, tráfico de influencias y cohechos de toda especie. El M19 cometió el peor error histórico al asaltar el Palacio de Justicia y provocar con ello la extinción de brillantes y honestas trayectorias; para rematar, la politiquería cancerosa mal usó la actual Constitución y permitió la cooptación de las altas cortes a manos de venales agentes interesados más en obtener insaciables beneficios económicos, blindajes y poder mediante roscogramas intocables. De ellos participan no solo los jueces, sino los poderes legislativo y ejecutivo -de los niveles nacional, regional y local-, además de los órganos de control del Estado. Se corrompió la sal…
Apostilla 2: Magnífico homenaje a Carlos Gaviria Díaz hizo la Universidad de Antioquia al ponerle a la biblioteca central el nombre de tan ilustre jurista. El sabio de la tribu merece mucho más que eso.