Carlos Gaviria

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tuto Santos Araújo

Tuto Santos Araújo

Columna: La Columna de Tuto

e-mail: tutinoaugusto@yahoo.es



Tuve el honor de votar por el Dr. Carlos Gaviria Díaz, en las elecciones presidenciales de 2006, -de por si desventajosas, para el candidato- cuando se enfrentó al entonces expresidente Álvaro Uribe.

Una contienda en el cual tan ilustre personaje no tuvo exento de agravios y calumnias. Aun así se comportó a la altura, jamás se descompuso y aceptó con suprema inteligencia su derrota.

Abogado. Catedrático durante 30 años en la Universidad Pública. Brillante magistrado de la Corte Constitucional en ella fue ponente de iniciativas de corte liberal como la Eutanasia y la dosis mínima, -ya poder fumarse un porrito era un derecho aunque en cantidades mínimas-.

Fue senador del República con una amplía votación. Allí alguna vez comentó que sentía días en las que no hacía absolutamente nada.

En la consulta del Polo para definir el candidato presidencial del Polo en el 2006, para sorpresa de muchos, venció al favorito Antonio Navarro Wolf y en las presidenciales, superó en votos al candidato del cuestionado partido Liberal en cabeza de Horacio Serpa.

Hasta ahora el ex magistrado Gaviria, ha sido el candidato más votado de la izquierda colombiana.

Fue un hombre que generó envidia entre muchos ciudadanos brillantes, sobre todo de un exfiscal y exministro de justicia y una prestigiosa periodista de una emisora en las mañanas quienes no perdían momento para tirarle severos dardos.

El único fallo en la que no estuve de acuerdo, fue cuando con Carlos Gaviria con su voto permitió la inviolabilidad del voto parlamentario en la entonces demanda que interpuso ante la Corte Constitucional la señora Morales de Lucio, lo cual no permitió saber la verdad de cómo se manejó el proceso del presidente Samper en la Cámara y a la Corte Suprema de Justicia encarcelar a unos cuantos congresistas por el delito de cohecho.

Colombia pierde a un hombre de una inteligencia única, pero sobre todo un hombre que aceptaba el disenso, que respetaba la diferencia y que amaba la tolerancia. El Sócrates de la política como ya lo empezaron a llamar. Hombre decente. Erudito, un sabio, en fin tantas palabras admirables para un verdadero maestro.

Mi ñapa. Absurda la trágica muerte de 148 jóvenes en la Universidad de Garissa en Kenia, a manos de yihadistas.