Indudablemente nuestro admirado Nobel de literatura don Gabriel García Márquez, no se equivocó cuando estampó la historia de "Macondo" en esa maravillosa novela como es "Cien Años De Soledad" la saga de los Buendía, contada en varias generaciones con personajes y relatos de un mundo mágico e irreal, pero que al traspasarlo a los hechos acaecidos a diario en Colombia, se vuelven real.
Conocemostambién el vergonzante caso de una mujer que vivió como esclava en una casa de familia, sin devengar un salario, siendo maltrataday sus patrones no muestran asomo de arrepentimiento por el contrario dicen que le dieron "techo y comida".
A diario vemos los mensajes por Twitter de un reconocido exmandatario que no cesa en amargarle el día al presidente Santos. La prensa colombiana calló cuando López Obrador denunció fraude en las elecciones mexicanas que perdió con Calderón hace años, pero siembra cizaña y echa gasolina con lo sucedido en Venezuela.
Leemos la premiada crónica del periodista Alberto Salcedo, sobre Wikdi un niño indígena que camina cinco horas diarias para ir a su colegio. Y a la vez, nos preguntamos, en este país que se precia de ser tan urbano, con muchas necesidades en lo rural, como lo dignifica tan excelente escrito y las ganas del impúber por salir adelante.
El último caso es digno de novela mexicana: el de una señora que engañó a su novio gringo, haciéndole creer que tenía un hijo, y aparte denunciar a la policía que su bebé fue raptado. Durante horas fue noticia nacional. ¡Otro bebé raptado!, ¡todos solidarios con la sufrida madre!, ¡debemos encontrar al recién nacido, así como se han encontrado otros! Al final todo fue mentira y engaño de tan cruel señora, no hubo rapto, simplemente porque nunca tuvo un hijo. La mentira como arma se dirá.
Y estos apenas son pequeños ejemplos, de un país que lleva en guerra tanto tiempo y en la cual suceden hechos inimaginables que parecen sacados de ese mundo mágico que se inventó nuestro Gabo.