Crónicas macondianas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Dicen en nuestra tierra caribeña que Gabo no ideó muchas de sus narraciones, sino que recopiló y escribió magistralmente algunas de las tantas historias que surgen por borbotones en todo el país y, particularmente, en la Costa.

Al eminente escritor le quedaron demasiadas crónicas en su memoria, muchas de ellas robadas por la implacable senectud.

Aun así, basta seguir la cotidianidad colombiana para adentrarse en un incomprensible mundo, en el cual Subuso sería apenas un ser normal; Alicia, la del país de las maravillas, alucinaría con esos relatos reales sin pizca de entelequia.

En las lejanías del frío, signadas por la previsible cuadrícula de las estaciones, no cabe en la mente de nadie lo que el exuberante trópico puede producir; les parece increíble cuando no fantasioso o un sartal de mentiras: Macondo puede ser cualquier lugar pero también todos al tiempo, una suerte de prestidigitación del tiempo-espacio de Einstein donde el absurdo y la hipérbole son consustanciales.

El ciego de nacimiento se deleita con las miradas de su diosa y se inspira en senderos guajiros iluminados en noche de luna.

Una joven intenta retener a su pareja con un "embarazo" de trapo de nueve bebés y varios meses, lo cual atrae hasta la prensa capitalina. Las mujeres de Barbacoas, en el Pacífico nariñense, niegan a sus esposos el placer de la intimidad hasta tanto no arreglen las vías de acceso al pueblo. Funcionarios de la Registraduría "bautizan" irrespetuosamente a algunos indígenas analfabetos cuando les tramitan sus documentos de identidad.

Aun, la "flemática" capital de Colombia tiene importantes cuotas: un enorme puente recién construido que no puede transitarse porque termina en un muro, cual construcción de caserío; el rotundo rechazo a una propuesta de desarrollo urbano de Le Corbusier hace varias décadas, hoy clamada a gritos en medio de una debacle impensada; eso, sin contar que es de las pocas megaurbes del mundo sin Metro: cada alcalde manda hacer un estudio para apilar encima del anterior sin que las obras siquiera se planeen. Muchos pueblos de nuestra geografía se mueren de tedio y pobreza sentados encima de verdaderos tesoros. Crónicas surrealistas del trópico americano.

Nuestros políticos, algunos exitosos saltimbanquis de profesión, compiten honrosamente con sus graciosos conciudadanos. Simón Gaviria, el juvenil presidente de la Cámara de Representante firma una crucial ley de reforma a la Justicia sin leer el texto, lo cual reconoce con cándida desfachatez.

El expresidente Uribe designa a Juan Manuel Santos para reemplazarlo en el trono; al poco tiempo de ganar las elecciones, Uribe deviene en obsesivo opositor del actual mandatario; se le une Andrés Pastrana, ("señorito de la rancia oligarquía bogotana", en palabras del cerril antioqueño), principal contradictor del saliente mandatario con quien sostuvo agrios cruces epistolarios.

Las razones de semejantes rencores se encuentran en el cantinflesco fallo de la Corte de la Haya, que concede a Colombia propiedad del archipiélago de San Andrés pero le quita el mar que rodea a las islas para dárselo a la demandante Nicaragua: todos se señalan mutuamente de ser los responsables del adverso laudo arbitral, incluyendo a un "olvidadizo" Ernesto Samper, hoy principal aliado de Santos, combo al que se une Gustavo Petro. Por su parte, el exalcalde bogotano Enrique Peñaloza, que exaltaba a Mockus durante su campaña a la presidencia, hoy se despacha contra Antanas y se va a compartir toldas con su rival Álvaro Uribe. Vivir para ver, decían los antepasados…

Todo un ininteligible galimatías político del que nadie tiene una respuesta o una solución: no se sabe de cuál partido son, pues los colores abundan como verdolaga en playa sin que se puedan identificar los sabores verdaderos, las ideologías.

Ni hablar de la rama judicial, que legisla en favor propio para obtener enormes pensiones, impensables en países desarrollados, mientras les niegan el acceso a quienes de verdad lo necesitan; fiscales que acusan a reos a quienes después defenderán al otro lado del estrado. Y qué decir de Procurador y Fiscal, lanzándose potentes misiles desde las orillas opuestas de la Constitución, la cual juraron defender, sin contar que Ordóñez, fundamentalista de la derecha, fue elegido con el voto de Petro, acérrimo izquierdista.

Bueno, el vecindario es pródigo en ejemplos: en Venezuela un moribundo presidente firma su posesión en un país ajeno, aun cuando todo indica que antes de ello estaba en muerte cerebral. Luego, su designado se posesiona espuriamente y, más tarde, es ungido como presidente en un escabroso debate electoral, fraudulento a todas luces; la asamblea del Alba lo proclama a cambio de petróleo y dólares venezolanos. El ganador fue el difunto Chávez; el gran perdedor, Nicolás Maduro.

Apostilla. Nuestro glorioso "ciclón bananero" conmemora 60 años de existencia en medio de la peor crisis en su historia. Una de las canteras más fructíferas y generosas del fútbol colombiano, y cuna del balompié nacional, Santa Marta, no cuenta con estadio ni equipo de fútbol profesional. El desterrado Unión Magdalena parece condenado al infierno de la B. Nada para celebrar.