Gobernar no es fácil

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Se gobierna a criterio propio y según las circunstancias, no siempre de la mejor manera, cómo la historia lo demuestra. El poder, además de producir resultados, implica imponer, concertar, negociar, ceder y obtener: es una interacción de fuerzas.

Para Foucalult, cada acto humano está relacionado con el poder: padre y madre en el hogar; el jefe y el súbdito; el policía y el delincuente; el vendedor y el comprador. Pequeños juegos de dominio que se traducen en la dinámica de las sociedades y que, de algún modo, determina su rumbo.

El poder ha sido abordado desde distintas épocas y visiones por gentes tan diversas en filosofía y estilo de vida como Sun-Tzu, Maquiavelo, Von Clausewitz o Greene; tan disímiles como la cortesana Ninon de Lanclos, Séneca o Diderot. Fuente inagotable para los humoristas como Jaime Garzón o Quino, quienes lograron descomponer a los que se toman demasiado en serio el solio de mando. Es fascinante lo que autores, pensadores, poetas o gentes del común han cavilado acerca del poder.

Aparte del reconocimiento y el lucro que significa ser el capitán del barco, no termino de entender las razones por las cuales mucha gente desea detentar el cetro, pues el poder polariza, causa conflictos, atrae faunas variopintas, desgasta la imagen personal y pública, se pierde el anonimato social, envejece, enferma, daña relaciones de familia y amistad, en fin. Los adversarios del príncipe no se quedan quietos y sabotean cualquier idea; los enemigos ocultos corroen cualquier buena intención; las lealtades, además de volátiles, son de conveniencia; el mejor amigo resulta el peor enemigo.

El poder se obtiene y se sostiene a las buenas cuando las ejecutorias realmente favorecen a la mayoría; incluso, para quien accede al poder fraudulentamente. Llegar y ejercer mediante trampas o violencia causa problemas de gobernanza y gobernabilidad; sostenerse así es difícil, desgastante y limitante: no hay mal que dure cien años.

En tiempos recientes, los mandatarios se apoyan en sondeos y mediciones propias, de amigos y de enemigos para gobernar y permanecer en el trono: la encuestocracia que llaman. Se dice en los corrillos que se encargan investigaciones con propósitos definidos buscando afectar la imagen del gobernante, positiva o negativamente, según la necesidad.

Ahora, la imagen vale más que los actos de gobierno; así, de tumbo en tumbo, a golpe de encuestas, nos gobiernan, cuando no a través de imposiciones, abusos o alcaldadas: de ahí que tengamos mandatarios preocupados del qué dirán más que estadistas verdaderos.

Se busca ante el público producir falsas confianzas y lograr apoyos etéreos mediante estrategias de propaganda, revirtiéndole a la gente lo que "opinó" en las encuestas, forma mediática de ejercer el poder, aun cuando los actos no acompañen a los dichos; se tiene a confundir un concepto personal con la realidad.

De Perogrullo es que los gobernados esperan buenos gobiernos, el poder ejercido en función de quienes eligen. Cuando el poder envilece al gobernante, las distorsiones mentales o ideológicas cambian el modo de regir, y es cuando los intereses particulares se sobreponen a los generales; no falta quien, con buena intención y hasta con magníficos proyectos, gobierna en contravía de las opiniones, a veces manipuladas desde medios afectos al mandamás; la falta de buena comunicación e interacción con el ciudadano también perturba la relación. Algunos personajes hábiles logran entramar un buen gobierno con intereses particulares; el momento en el cual se ejerce el mando es crucial.

Ahora, cuando Medellín ha sido elegida como la ciudad más innovadora del mundo, por encima de Tel Aviv y Nueva York, vemos que hay identidad cultural de propósitos, conjunción de esfuerzos entre mandatarios y ciudadanos y un buen ejercicio del poder, al menos en lo que a desarrollo urbano, y calidad de vida se refiere.

Los grandes problemas de la capital paisa no desaparecerán, claro está, y de seguro se trabajará más aun para reducirlos, pero queda claro que hay un cambio fundamental entre la antigua villa de mediados del siglo pasado a la moderna urbe actual, donde confluyen urbanismo, ciencia y tecnología, ecología, arte, industria y comercio.

El compromiso con la ciudad, el civismo, la cultura de servicio y de progreso, y la vocación de liderazgo de los antioqueños es innegable. Mientras tanto, no vemos eso mismo en nuestra ciudad o nuestro departamento, y los mejores talentos se marchan a otros lares en donde encontrarán las oportunidades que no nos ofrecen.

Apostilla: Todos tenemos que abandonar éste mundo, pero hay muertes lamentables. Él maestro Rafael Puyana, considerado el mejor clavecinista del mundo ha fallecido. Profesor en varias universidades de España, recorrió el mundo izando la bandera colombiana en nombre del arte y la cultura, interpretando música del barroco, del renacimiento y, aún, de la época moderna. Paz en su tumba.