La tercera pata

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



Cuando a uno le hablan de tercería, casi siempre evoca aquellos candidatos que aspiran en medio de una carrera muy reñida, que podría ser la presidencial o también la local o regional, y se lanzan al agua a coadyuvar a que gane el menos peor, aunque sea por una nariz. Sin embargo, en Colombia, como dicen popularmente, se cocina un arrocito en bajo que pretende subirse en una nueva cresta de la ola, pero esta vez para quedarse.

Como van las cosas, para 2014 se conformarán cuatro bloques muy marcados, algunos desde los extremos, se juntarán en sus mensajes sistemáticos de decirle no a todo; otros pretenderán cabalgar en el caballito de la victoria institucional del presidente Santos y en frente a estas apuestas, seguramente, como lo han mencionado, entre otros, Antonio Navarro Wolf, o quienes han pedido la palabra en Medellín, se conformará una tercería que no buscará dejar constancias históricas o contarse con los dedos de la mano, sino ganarse el poder.

Seguramente, esta amplia convergencia la integrarán los Verdes inconformes, los conservadores arrepentidos, los liberales independientes, los progresistas de izquierda democrática, la mayoría de centro independiente, los asís, los de compromiso ciudadano, los polistas escindidos y hasta la nueva cúpula, diversos colectivos de mujeres, movimientos indigenistas y afros, demócratas cristianos, los que le dieron el Si al voto Caribe, Lgbtis, académicos, organizaciones de la sociedad civil, empresarios y otros movimientos sociales y políticos indignados que aspirarán presentar una contundente coalición, como alternativa de poder, basada en una candidatura unificada y consultada a la ciudadanía, soportada en alianzas programáticas básicas que generen identidad a través de principios estructurantes como los de la transparencia, el enfoque de derechos y garantías, la apertura democrática, la descentralización, y los de avanzar en la calidad de la política y en la participación ciudadana, desde una perspectiva de desarrollo humano integral.

En ese espacio, encontrar el mecanismo de articulación de la tercera pata, es lo de menos, después se arreglará la casa por dentro, lo importante es que tengan opción de poder en una amplia convergencia, vario pinta, propositiva, capaz de tomar decisiones sin romper coaliciones, como los fue la concertación en Chile que duró casi 20 años gobernando, o lo que ha pasado en el Uruguay o en Brasil, teniendo en cuenta que aún a Colombia, esos nuevos aires democráticos en Latinoamérica, parecería que no nos hubieran tocado o aunque sea levantado el pelo.

El mejor aliado es el consenso en estas épocas de puritanismos unitarios, pero para que todos caminen para el mismo lado, se requiere un dialogo social y político fluido entre diversos, basado en el respeto y en el discernimiento. Más que liderazgos aislados y dispersos, se precisan propósitos comunes que generen esperanza.

En este país de bonanzas sin balances, de olas efervescentes que así como suben se diluyen, quedando sólo un sedimento en el fondo y como un mal sabor en su contenido, lo importante es que haya voluntad política de cambio, ser coherente en sus propósitos concretos y no defraudar a tanta gente que sueña con que otro mundo sea posible.

Colombia, según la ONU, es el tercer país más desigual de América latina. Con base en la distribución de la renta, está sólo por encima de Guatemala y Honduras; con un alto déficit en materia de empleo y una fuerte informalidad laboral, más que todo en las mujeres y los jóvenes. En medio de esta cruel verdad en la que el 20% de la población más rica tiene ingresos 20 veces mayores que los del 20% más pobre, es el momento de asumir una postura política diferenciada, que a todas luces sería necesario enmarcarla en la justicia social, en la inclusión y en la equidad.

Ese sería el propósito fundamental de una tercería en 2014: consensuar los acuerdos necesarios de unidad de acción que permitan una agenda común participativa, así como una declaración política y programática para el país que despierte a las capas medias, a los sectores populares, a la ciudadanía indignada, a las mayorías que no encuentran oportunidades, y ante todo que ponga por encima de la balanza a los pobres que ven pasar el mundo sin que mejore su realidad agobiante, o siquiera que presente un coctel realizable de acciones de gobierno, orientadas a impactar en materializar los derechos y las garantías constitucionales, y en mejorar las condiciones de vida de la multitud.

En Santa Marta, este año, se ha avanzado en una opción de convergencia, a través de la Mesa Ciudadana, cuando se convocó a amplios sectores populares, alternativos y progresistas que acudieron a discutir un modelo de desarrollo para la ciudad, teniendo en cuenta la coyuntura de cambios de gobiernos, la posibilidad de establecer canales de interlocución, pactos programáticos, y de construir escenarios que permitan analizar la situación política local y regional, así como que en el caso en que fuese procedente, tomar la decisión de hacer presión y control social y ciudadano. Ahora se hace más pertinente continuar con esas iniciativas que posibiliten escenarios en los que, como bien lo dirían Negri & Hardt, una multiplicidad social consiga comunicarse y actuar en común, conservando sus diferencias internas, y remember, siempre con vocación de poder.