Disensos y consensos

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Como seres humanos y como parte del colectivo social, giramos en torno a una serie de principio y valores construidos en el seno de la familia y la sociedad, modulados por el tipo de educación que recibimos.

Como individuos que somos, tenemos una formación y una orientación determinada por ese catálogo de valores, que deben armonizar con los códigos llamados leyes, reglas de juego que para todos deben aplicar por igual.

En toda sociedad se busca, a través de esas reglamentaciones, un beneficio colectivo por encima de lo particular: son los consensos jurídicos.

No siempre se logra, y de ahí parten los llamados disensos, que son el simple derecho a no estar de acuerdo con algo, en particular cuando nos perjudica o no concuerda con nuestra manera de ver las cosas.

Ejercer esa facultad desde lo individual no produce casi nunca un cambio en esas reglas de juego, pero no le quita a nadie el derecho a opinar guardando los debidos respetos.

No siempre los mandatarios, legisladores o jueces tienen en cuenta esto; de ahí que los particulares o los colectivos pueden exponer sus desacuerdos en torno a ciertos consensos que consideran lesivos al interés general.

En estos días, vimos sin sorpresas el pronunciamiento de unos conjueces del inefable Consejo Superior de la Judicatura arrogándose el derecho, por encima del código mayor, la Constitución Política de Colombia, de quitar las competencias a la Contraloría (o, ¿a la contralora?, vaya uno a saber) de realizar investigaciones fiscales a los altos mandos del Estado, aforados en importantes investigaciones como el "carrusel de las pensiones" de los magistrados, justo cuando se revisan las consecuencias económicas que afectan al patrimonio público: el suyo, el del vecino, sin importarles que son nuestros empleados y no los patrones como ellos creen.

Desde luego, los disensos fueron abrumadores y se intenta por las vías legales que el beneficio colectivo prime por encima de los que tienen algunos personajes, favorecidos en demasía con su decisión y sin los requisitos mínimos que aplican para cualquier trabajador cuando la inmensa mayoría de los colombianos ni derecho a pensión tiene.

Ahora se pretende que la (C) omisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes aboque esas investigaciones fiscales sin haber realizado la primera desde cuando se creó, sin tener facultades distintas a las investigaciones disciplinarias y, lo más simpático, sin haber condenado a nadie desde su existencia, aun con pruebas abrumadoras.

En otras palabras, de persistir ese nuevo escenario, se remiten esos procesos a un limbo insondable, porque la reforma a la justica busca eliminará ese inútil apéndice, lo que terminará blindando a los altos dignatarios de cualquier seguimiento fiscal. Se dice por otra parte que esa reforma ratificará las competencias quitadas a la Contraloría. Amanecerá y veremos, como dijo el ciego.

Otro asunto que ha generado enormes disensos (casi que un consenso general del lado opuesto) es la llamada Ley Lleras, hundida hace unos pocos meses y resucitada en tiempo record, al parecer para cumplir desconocidos compromisos relacionados con el TLC. Pues bien, para muchos analistas resulta sospechosa esa premura en aprobar casi que a pupitrazo limpio una ley bien intencionada en cuanto a la protección de los derechos de autor (en eso hay consenso), que en la práctica termina coartando las libertades para la utilización de internet, casi colocando en la categoría de delincuentes peligrosos a los cibernautas que compartan determinada información y castigándolos tan duramente como si fueran lo peor del crimen organizado.

Las justificaciones y excusas del gobierno no convencen a los usuarios del común ni a los académicos o a los especialistas, pero muestran que de fondo hay un prohibicionismo que satisface a unos pocos partidarios del modelo neofeudal que intenta regresar el péndulo de la historia a la época de la Inquisición.

Lo irónico es oír hablar al presidente Obama de libertad de expresión cuando parecería que acá le corren a hacerle el favor de aprobar leyes en el sentido opuesto. Nos obligan a tomar la Sopa pero no a fumar la Pipa de la libertad. ¿Está usted de acuerdo?

Apostilla 1. Bien por el Tigre Falcao. Cada vez mejor uno de los mejores futbolistas del planeta, gran ejemplo para los jóvenes deportistas que aspiran a llegar a las cumbres del éxito.

Apostilla 2. Causó mucha tristeza el fallecimiento de Pedro Conde, uno de los más versátiles artistas samarios. Vecino de muchos años en la casa solariega del Profesor Conde, nos alegró la vida como actor y músico, además de otras expresiones artística. Lo lamentamos profundamente y le expresamos nuestro pesar a sus familiares deseándole la gloria eterna.



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