Escrito por:
Hernando Pacific Gnecco
Columna: Coloquios y Apostillas
e-mail: hernando_pacific@hotmail.com
Estamos estrenando año, y las esperanzas de un cambio grande en sus vidas después del difícil 2011, son de las pocas ilusiones que les quedan a muchos colombianos atropellados por desgracias mayores.
La gente, como en cada cambio de año, también quemó a la violencia en todas sus expresiones, la corrupción, las culebras, los malos espíritus y todo un catálogo de situaciones de vida que los afligen de manera perpetua y sobrecogedora.
Empiezan ahora las cabañuelas, o témporas como dicen en otros lares, herencia de los hebreos que atravesaron el Sinaí en busca de su "tierra prometida" traída a su vez por aquellos andalusíes que poblaron estas tierras.
Junto con el tradicional Almanaque Bristol, dirigirán la vida de quienes tienen afincado en el pronóstico del tiempo el porvenir de sus vidas por estos lares, del mismo modo que el Zamuk de los pueblos babilónicos antiguos o el Calendario Zaragozano, que desde hace una centuria y media ayuda a pronosticar el tiempo en la España profunda.
Los templos y centros de culto de todas las confesiones se llenan de creyentes, acudiendo a sus oraciones con las esperanzas puestas en la voluntad el ser supremo de cada congregación. Las oraciones se extenderán por todo el año.
Los vendedores de ilusiones pregonan por doquier predicciones de toda especie, apoyados en un inventario cada vez más surtido de métodos imaginarios para predecir el amor, las finanzas, la salud y toda suerte de situaciones del mayor interés de los cándidos clientes, dispuestos a dar dinero a cambio de un pantallazo de sus vidas en los días ulteriores.
Horóscopos, tarots, tabaco, café, la palma de las manos, runas, cartas astrales y demás son genéricos en sus pronósticos; a cambio tienen el mágico poder de cambiar de bolsillos grandes sumas de dinero, sin contar los denarios que dejan baños, rezos y otros sortilegios que prometen arreglar definitivamente la vida de muchos ilusos.
Por su parte, los medios periodísticos formales, que también publican las predicciones de los gárrulos para garantizar ventas y estadísticas de lectura, derraman ríos de tinta presentando los vaticinios económicos y políticos de una serie de acartonados personajes que intentan explicar los fracasos de sus augurios de un año atrás mientras revelan sus pronósticos con posturas pontificales, ridículas.
Toda la geografía nacional se verá salpicada de nuevos personajes que ocuparán los pequeños feudos que les corresponde gobernar, algunos verdaderos agentes de cambio y otros, perpetuadores de los males que la gente anhela erradicar, lamentablemente.
Las posesiones empiezan con vainazos a los salientes mandatarios a través del listado de problemas que heredan, y muestran toda suerte de promesas que terminan incumplidas la mayor parte de las veces, comenzando por arreglar la economía de sus territorios, acabar ahora sí con la corrupción, corregir para siempre la infraestructura y ofrecer los ríos de leche y miel de salud, educación, bienestar gracias a sus mágicas dotes de los nuevos gobernantes. De vez en cuando hay algunos que atinan dentro del mismo rango de probabilidad de acierto del horóscopo del diario matutino.
Mientras tanto, me aflige sabe: ¿Qué habrán pensado los mayas para la humanidad después del 2012? ¿Qué dijo Nostradamus para este año, y cuál de sus centurias encuentro la predicción? ¿Le creo más al analista económico del canal radial o a la bruja de la esquina? ¿Tendrá más razón el analista del clima que sale en la televisión o debo preferir el Almanaque Bristol? Tremenda incertidumbre me acongoja en este inicio de año.
En cualquier caso, más allá de cualquier creencia, deseo que todos los "estrenosos" mandatarios acierten y que gobiernen como ofrecieron, sea con los consejos de sus equipos de gobiernos o con su carta astral, pero que lo hagan bien aún dentro de la probabilidad que ofrecen los analistas y cualquiera de las "mancias" que muchos habrán consultado. Éxitos en 2012.