La tierra no se reparte, se hace productiva

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Escrito por:

Miguel Lacouture Arevalo

Miguel Lacouture Arevalo

Columna: Opinión

e-mail: clearyclear@gmail.com

Twitter: @lacoutu


Con motivo de los últimos escándalos denunciados en el tema de tierras, en el que se han visto envueltos el Dr. Gerardo Vega, Presidente de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), y la Dra. Jenifer Mojica, Ministra de Agricultura, por los datos estadísticos sobre la adquisición y distribución de tierras en lo corrido del gobierno del cambio de Gustavo Petro; el Dr. Jorge Enrique Vélez soportado en documentos emanados de la ANT y basados en documentos públicos de la Supernotariado, Certificados de Libertad y Tradición, donde queda claro que algunas de las tierras que se tienen como compradas y entregadas en este gobierno, su trámite  fue adelantado en los gobiernos anteriores, en castizo, se busca ganar indulgencias con avemarías ajenas.

La entrega de tierras sin la infraestructura necesaria para hacerla productiva, es una condena a quien se le entrega en propiedad o tenencia, a permanecer en la economía de mera subsistencia.

La empresa agropecuaria, debe ser fuente de mejoramiento de calidad de vida de quien tenga su tenencia. Las familias rurales por regla general están compuestas por seis personas, que, sin contar con la instrumentación para producir, permanecerán eternamente alimentándose de lo que la tierra produce, no más de ahí.

Para quebrar esta situación, es necesario, antes del proceso de entrega, tener funcionando la infraestructura productiva permanente básica.

Agricultura se escribe con A de agua, para garantizarla, es necesario que se emprendan mantenimientos y actualizaciones a los distritos de riego que hoy están en funcionamiento, terminar los que están pendiente, en particular la presa multipropósito del cercado, que embalsa el agua del río Rancherías; y, emprender la creación de nuevos proyectos de irrigación que ofrezcan seguridad productiva a los empresarios del campo. Solo garantizando el suministro del agua al sector agropecuario se asegura la productividad rural.

Mantenimiento de la malla de vías terciarias y secundarias existentes y, creación de nuevas arterias rurales, que permitan al empresario del campo colocar sus productos, sean materias primas perecederas o transformadas en las mejores condiciones en los mercados de consumo nacionales o puertos de partida a destinos internacionales.

Creación de programas de financiación y aseguramiento de cosechas, que le permitan acceder a los empresarios del campo a créditos con tasas preferenciales para que la producción de sus cultivos les sea rentable. Las políticas de aseguramiento para la empresa agropecuaria debe ser una obligación atada al crédito agropecuario anotado, con ello se logra mayor penetración a los cultivadores garantizando básicamente la exclusión del riesgo climático o de comercialización, al tiempo que la entidad financiera podrá ajustar sus tasas a la baja, ya que los riesgos anotados son asumidos por terceros.

Es absolutamente necesario la implementación de programas de comercialización, que garanticen al empresario del campo, la colocación de su cosecha en el momento de la recolección, con ello se desprende la empresa agropecuaria de los especuladores de mercados, que, sin ensuciarse las botas de barro o bostas de res, se llevan la mejor tajada.

Es inaudito e inconcebible que el programa de agricultura por contrato, esté engavetado en los anaqueles del Ministerio de Agricultura, hay que retomarlo urgentemente, con él se logró la venta a futuros y convertirlo en garantía suficiente para los créditos soportes al sector agropecuario.

Indudablemente para el buen funcionamiento del negocio agropecuario, hay que contar con una población capacitada en nuevas tecnologías, decidida a aplicarla y difundirla, de lo contrario todos los esfuerzos que se hagan se diluirán.

La población rural ha venido envejeciendo aceleradamente, sin que haya una generación de remplazo, esta migró al sector urbano, hay que ofertarles condiciones productivas que generen ingresos suficientes para poder proyectarse con calidad de vida desde el sector rural.

De no cumplirse con los presupuestos básicos anotados, la pretendida redistribución de la tierra que requiere este gobierno no será más que la distribución de pobreza. Si las cosas no salen bien como lo hemos venido haciendo, es simple, cambiemos la manera de hacerlo.