Eduardo Galeano y una anécdota trivial

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El periodista y escritor Eduardo Galeano (Montevideo 1940-2015) es autor de una obra muy conocida entre los latinoamericanos: “Las venas abiertas de América Latina” (1971). Es un documento que denuncia la sumisión de nuestros países frente a la explotación de las grandes potencias mundiales.
Eduardo Germán María Hughes Galeano ha publicado muchas obras interesantes. Si se profundiza en el sentir de este pensador sudamericano, se verá cómo gran parte de su producción se estructura alrededor de la justicia o, más bien, de la injusticia social. No podemos soslayar el hecho de que Galeano recibió en Suecia, el 19 de mayo de 2010, el Premio Stig Dagerman, en reconocimiento a su trabajo literario. Se dice que este galardón equivale a un “premio Nobel Rebelde”.

Galeano estuvo en Santa Marta y permaneció en esta ciudad solo un día. Para nosotros, integrantes de un incipiente taller literario, no podía pasar inadvertida la presencia del uruguayo que, con el respaldo de su inmenso acervo cultural, exponía sus ideas acerca de la explotación centenaria de nuestro subcontinente. No era posible, en fin, dejar de asombrarse ante la figura de un crítico que se atrevía a decir: “El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda; y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos, que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto; y les impone su política económica en función del dinero que concede o que promete. No hay manera de apagar la sed de esa vasija agujereada: cuanto más pagamos, más debemos, y cuanto más debemos, mejor obedecemos…”

Veamos dos de sus famosas frases: “El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar”. “Quien no está preso por la necesidad está preso por el miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen”.

¡Galeano en Santa Marta! Era un acontecimiento, un motivo de satisfacción tenerlo a nuestro lado en esa fecha memorable. Entre sus obras, además de “Las venas…”, están: “Violencia y enajenación” (1971), “Crónicas latinoamericanas” (1972), “Vagamundo” (1973), “Memorias del fuego” I, II y III (1982-1986), “Las caras y las máscaras” (1984), “El siglo del viento” (1986)“, “Nosotros decimos no” (1989), “Las palabras andantes” (1993), “Úselo y tírelo” (1994), “Carta al señor Futuro” (2007)“. Dos libros famosos de Galeano son “Su majestad el fútbol” (1968) y “El fútbol a sol y sombra” (1995). También es autor de “Manos arriba” y “La canción de nosotros”.

Lo esperamos en el aeropuerto. Cuando descendió del avión y ocupó el lugar que le brindamos para transportarlo hasta el centro de la ciudad, apagó el cigarrillo que acababa de encender y nos dio una lección de humildad: “La ley es para todos”, dijo, señalando el imperativo anuncio que yo había colocado pocos días antes: “¡No fume dentro de este vehículo!”. Aquella mañana de abril, frente al visitante vestido deportivamente, con sudadera y suéter cuello de tortuga, pensamos en el momento que estábamos viviendo. El escritor seguía para Marruecos, donde dictaría una de las tantas conferencias que atiborraban su agenda personal. Hoy, cuando el tiempo se ha encargado de mostrarnos a Eduardo Galeano en su verdadera magnitud, sentimos gran satisfacción al atesorar esta anécdota ocurrida durante su breve paso por Santa Marta, nuestra ciudad.