Escrito por:

Francisco Vásquez Atencio
Columna: Opinión
e-mail: francisco.vasquez.atencio75@gmail.com
Twitter: @franvasquez_06
La industria colombiana, en la última década, ha registrado tasas de crecimiento por debajo del agregado nacional, con cifras comparativamente bajas frente a referentes internacionales. Al comparar el crecimiento de la industria manufacturera colombiana en los últimos diez años con el resto de la economía, incluso al ampliar este horizonte a los últimos 25 años, se evidencia una paulatina desindustrialización; esta situación preocupa, especialmente al considerarse el papel que juega la industria en el desarrollo de los países.
La industria manufacturera es líder en la incursión de mercados internacionales, sus encadenamientos productivos jalonan el crecimiento de otros sectores económicos, y son, por lo general, actividades de alto valor agregado que impulsan la innovación y la tecnología y generan empleo de calidad y bien remunerado. Por ello, y otras razones más, es de crucial relevancia mejorar su entorno de competitividad y promover su desarrollo productivo.
Alcanzar una verdadera transformación productiva de la industria, orientada hacia el valor agregado y bajo un modelo de sostenibilidad, que la lleve a crecer a tasas por encima de 6% requiere, tanto de la iniciativa privada, como de reformas estructurales de largo alcance y medidas de más inmediato plazo que le inyecten una dosis de dinamismo.
En términos estructurales, es necesario adelantar iniciativas para promover: el emprendimiento, la transferencia tecnológica y la ciencia e innovación aplicadas, junto con reformas o medidas en materia energética y laboral, inversiones en infraestructura y logística, incentivos para reducir la informalidad y combatir el contrabando, garantizar una estabilidad jurídica que genere confianza a la inversión, y fortalecer las instituciones públicas, especialmente en integridad y transparencia.
Podemos argumentar que algunas de estas necesidades implican el esfuerzo individual o colectivo de las empresas, en otros requieren proyectos normativos, como leyes, decretos o resoluciones, en otras la implementación de políticas y proyectos, y en otras la destinación de recursos públicos. En todas ellas, la articulación entre los sectores público y privado resulta fundamental.
Es esencial que el desarrollo productivo y de competitividad se enmarque en una política de Estado, que trascienda los períodos de gobierno, y que priorice el desarrollo y crecimiento de la economía a todo nivel. Un apunte importante es que la banca priorice en bajar las tasas de usura que tiene hoy en día el sector bancario y financiero que son las mas altas de todo el mundo y ayuden a superar la crisis en condonar esos intereses ganados y dichos intereses ganados apalancarlos de la mejor forma en el nivel productivo del país.
No podemos olvidar que las empresas han sido y son las principales generadoras de empleo y de bienestar de las naciones; es por eso que el país necesita una verdadera reforma que contribuya a mejorar la vida de los colombianos con la incursión de verdaderas políticas públicas de primer empleo ejecutadas por la empresa privada e inclusión social a todo nivel.