Verdadero padre de la patria (I parte)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eduardo Barajas Sandoval

Eduardo Barajas Sandoval

Columna: Opinión

e-mail: eduardo.barajas@urosario.edu.co



En lugar de aferrarse al poder y fundar una dinastía espuria, Kenneth Kaunda cedió el paso al multipartidismo. Después de llegar al gobierno a la cabeza de un movimiento pacífico que le permitió fundar un nuevo estado, Kaunda se habría podido quedar hasta su muerte en el poder, a sangre y fuego, y organizar su reemplazo en cabeza de alguno de sus hermanos, de sus hijos, o de su esposa, a la manera de dictadores que se han inventado arbitrariamente un exótico derecho genético o conyugal de sucesión en el mando. 

En el contexto de la descolonización africana y del surgimiento de nuevos estados, el Congreso Nacional Africano de la Rodesia del Norte, hoy Zambia, tuvo como organizador y luego secretario general a Kaunda, que para asumir ese encargo dejó su puesto de maestro de escuela. Había que movilizar a la población africana negra, para terminar con el poder colonial que para la época controlaba la región bajo la forma de “protectorado”, que integraba además a Rodesia del Sur, hoy Zimbabue, y Nyasalandia, hoy Malawi, en una alambicada federación con cierto grado de independencia, gobernada en última instancia por un delegado de la corona británica. 

Como muchos de los líderes africanos de su época, Kaunda pasó por el bautismo político de la cárcel y, a raíz de divergencias con otros líderes, fundó el Congreso Nacional Africano Zambiano que luego desembocó en el Partido Unido de la Independencia Nacional, emprendedor de la desobediencia civil denominada del “Cha Cha Cha”, que se oponía al modelo de educación manejada por el poder colonial y al control de la industria y el comercio por los extranjeros. Su modelo confeso de liderazgo fue el de Mahatma Gandhi, cuyos escritos dejaron en él profunda huella desde su infancia de hijo de maestros. En 1960, antes de su campaña de desobediencia, había visitado en Atlanta a Martin Luther King, con quien terminó vinculado por una influencia mutua. 

A raíz del desmonte de la federación, en plena oleada de la descolonización posterior a la Segunda Guerra Mundial, en comicios aceptados por los británicos, Kaunda fue primer ministro en un gobierno de coalición y luego elegido presidente de una nueva Zambia, en 1964. La tarea por cumplir, a la que dedicó los siguientes veintisiete años, no era otra que la de dar forma a un estado que nacía con todas las debilidades posibles, aunque podía atesorar el hecho de haber logrado, de una vez, la conquista del poder para los africanos originales. Para el efecto entendió que era indispensable comenzar por construir un proyecto cultural profundo, con la educación como fundamento de una nueva sociedad. 

Los esfuerzos de Kaunda por organizar una versión propia de la economía nacional le obligaron a llevar a cabo maniobras de amenaza y negociación hacia los poderes extranjeros, que controlaban totalmente la minería, la industria y la banca. Sus planes de desarrollo, audaces en su concepción, recorrieron el camino de la asociación con el sector privado, en marcha hacia un control estatal que coincidió con la crisis del petróleo y condujo al país a los brazos del Fondo Monetario Internacional. Así tuvo que asumir las típicas consecuencias de desencuentro entre las fórmulas propias de la ortodoxia económica de la época y una sociedad incapaz de corresponder, sin sacrificios extremos, a las exigencias de las que era objeto.

Como fundamento de su modelo político y económico, Kaunda lanzó la propuesta de un “Socialismo Africano”, con un solo partido dominante, el suyo, después de haber suprimido todos los demás, y permitió que su gobierno entrara en una deriva autoritaria. En consecuencia, no demoraron en aparecer la intolerancia de sus funcionarios, la corrupción y conatos de resistencia violenta. Para sostenerse, puso en marcha la idea de un “Humanismo Zambiano”, que pretendía combinar todo tipo de valores autóctonos con ideas de centralismo burocrático, concentrados en una constitución diseñada a la medida de sus requerimientos, que desembocó en el culto a su personalidad. Así, su nombre llegó a figurar en la lista de los gobernantes sostenidos por el invento de un estado hecho a su medida. 

Al tiempo que se ocupaba de darle sentido y contenido a la nueva república, Kaunda tuvo que responder a los requerimientos de apoyo de los movimientos de liberación que buscaban el acceso al poder de la mayoría negra en otros países africanos. Esto implicaba el ejercicio de responsabilidades políticas internacionales cuya puesta en práctica no sería vista con buenos ojos por las potencias coloniales y sus aliados, o por los africanos blancos, que aspiraban a quedarse con el poder en repúblicas independientes, pero bajo su control, como en Suráfrica….continuará



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