Las batallas del símbolo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, le han cobrado caro haber planteado desde hace años la necesidad moral de que se den disculpas históricas de parte del Reino de España respecto de las masacres de indios cometidas en tiempos de la Conquista.
Nada ha cambiado en el discurso del presidente autoproclamado liberal, y tampoco España ha reconocido culpa todavía ni se ha excusado por muerte alguna. Al fin y al cabo, para algunos españoles aquella sangría era inevitable (si no ellos, la ejecutaban otros europeos que, en una de esas, sí que no dejan un solo nativo vivo); lo que les hicieron fue un favor a los pueblos mexicas al civilizarlos (en Mesoamérica vivían matándose entre sí, no tenían dios bueno al que rezarle, y ni siquiera hablaban este completo idioma que he tomado prestado); y, por supuesto, lo que se repite en los entornos más monárquicos y franquistas de allá, en la otra orilla del Atlántico: no se puede comparar a los hombres de una época con los de otra (como si no hubiera habido pueblos en verdad humanos aun en la Edad Antigua).

A mí, esa actitud de España me parece coherente con su no querer salir del norte de África, donde tiene un par de enclaves (las ciudades de Ceuta y Melilla) desde hace incontables siglos, según recuerdan los diarios de Madrid para justificar su presencia allí; asunto que hiere a Marruecos y cuya inmutabilidad ha calificado de nostalgia imperial de sus vecinos. Es entendible entonces que, “inexplicablemente”, se descuiden cada tanto las fronteras del lado moro con Ceuta y Melilla…

A ver qué pasa. Decía que esa renuencia de los españoles a devolver la tierra africana tomada guarda relación con su postura frente a México; sin embargo, no puede dejar de asombrar que, en cambio, ante el Reino Unido de la Gran Bretaña su proceder sea tan pasivo, por no decir sumiso, en lo que tiene que ver con el territorio británico de ultramar llamado Gibraltar, península que debería ser Andalucía, pero que desde hace siglos –tres, precisan en Londres- es soberanía de Britania. (Quién sabe si esta le dio el portazo a la Unión Europea impulsada sobre todo por su propia nostalgia).

Desde aquí, parece como si España supliera su incapacidad militar para quitarle aquel estratégico peñón al Reino Unido con el mantenimiento de coloniaje hispánico en un país tenido por inferior, Marruecos. El grande matonea al mediano y el mediano al chico. A Colombia, que es Estado chico, a veces ciertas empresas españolas también la ven digna de volver a ser “colonizada”, aprovechándose de la debilidad local. Ese es un tema aparte.

En cuanto a África, de Namibia (asentamiento alemán un siglo atrás, y que alberga aún demasiada sangre aria entre sus gentes) es noticia que recibirá una compensación monetaria de Alemania, con lo que acaso esta pretende lavar la vergüenza de otro genocidio (¡otro!). Podría decirse que el interés teutón en hacer esto radica en dejar de producir desconfianza y repulsa geopolítica en extramuros, y así facilitarse los negocios multinacionales. Ya son varias sus reparaciones de guerra, pero hay quienes creen que el riesgo de este puntual resarcimiento germano es abrir una tronera de precedentes de facto internacionales que a su vez permitan el reclamo indemnizatorio de otras excolonias a sus antiguas metrópolis. Ojalá.